jueves, 1 de enero de 2015

Entender las pataletas, no controlarlas.

Que mujeres me cuenten que profesionales que trabajan con niños (en este caso educadoras de párvulo y Directora) les digan que sus hijos tienen el "Síndrome del Emperador" (síndrome, como si estuvieran enfermos) son unos tiranos, unos pequeños manipuladores me da una rabia parida. Me revuelve tooodo. ¡¡¡Por favor!!! están hablando de niños de 2, 3, 4 años o incluso de guagüitas de meses como si fuesen unos científicos locos que se quieren apoderar del mundo. Les recomiendan “Time out” o tiempo fuera, es decir, sacar al niño del lugar para que pueda pensar en su “mala conducta”. Y han llegado a sugerir duchas de agua fría para controlar a los hijos en pataletas.
Estas recomendaciones son un llamado al maltrato infantil. Punto.

Lamentablemente no han actualizado sus conocimientos en teoría del apego ni desarrollo del cerebro, por tanto, menos en psicología, ni neurología. Algo realmente grave si trabajan a diario con niños. No hay que hacerles caso, la Convención Internacional de Derechos del Niño (CIDN), Unicef, Colegio de Psicólogos, Sociedad Chilena de Pediatría y todas las investigaciones en desarrollo del cerebro infantil señalan que NO se debe golpear ni humillar a los hijos. A nadie en realidad, es un tema de derechos humanos, de sentido común.

Las pataletas son reacciones normales en niños hasta los 4 años, durante la pataleta pueden gritar, llorar, tirarse al suelo, etc. La pataleta es una manera de demostrar la rabia, pena, estrés, cansancio o frustración que en ese momento está sintiendo. Es la manera de pedir atención a los padres, no es para molestarlos o porque le guste armar espectáculos. Esa es su manera de expresar su malestar porque carece de las habilidades para hacerlo de otra manera. Quizás si un niño es más agresivo y golpea o se golpea, hay que preguntarse por qué reacciona de forma tan violenta. A veces la falta de mirada, de atención cuando los hijos la necesitan los obliga a usar sus últimos recursos, sus medidas más drásticas, las que siempre funcionan para que mamá o papá los miren, y no sigan respondiendo con un mecánico y monótono "Ajá, ya te oí" o un "Sí, sí" sin siquiera escuchar lo que está diciendo el niño. Aún estando de cuerpo presente, el niño percibe la ausencia.

Antes de pensar que los niños son manipuladores hay que saber que a tan corta edad su cerebro está en pleno desarrollo y carece de las habilidades para explicar lo que le pasa. Durante la pataleta su cerebro está secretando cortisol (hormona del estrés) y los padres debemos intentar sacarlos de ese estado. Olvidemos las sugerencias del conductismo clásico, la pedagogía negra, adultocentrismo, ideas que hablen de “métodos” “correctivos” como castigos, time out, indiferencia, duchas de agua fría, humillaciones, retiradas de cariño, eso sólo deteriora el vínculo entre padres e hijos. Este tipo de castigos, dañan el cerebro. Quedan los niños más irritados, acumulan violencia, se enferman, no encuentran salida, se someten. 

Se supone que los padres amamos incondicionalmente a los hijos... Mmm parece que no es tan así. Pero quienes sí aman incondicionalmente son los hijos, ellos aunque se les pegue, castigue, manden solos a pensar, duchen con agua fría. Siguen amando, toleran los malos tratos, incluso los justifican de adultos... Hasta se auto inculpan. 

Tras una pataleta hay una necesidad. Hay qué preguntarse ¿qué le pasa a mi hijo? Primero contenerlos, ser empáticos y luego reflexionar JUNTOS.


Los niños se cansan, igual que los adultos. A ellos se les castiga, a los adultos no.
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