Nunca justificaré el maltrato hacia nadie. Sé que es un tema que escuece porque mucha gente golpea a sus hijos pensando que esa es la mejor manera para educar, obviamente porque así los educaron a ellos y cuando son adultos dicen "agradecer esos golpes". Pero la verdad es que todos los abusos que vivimos en nuestra infancia (como lo bueno, también) quedan grabados en nuestra memoria implícita. Que luego por lealtades a sus padres la gran mayoría los niegue, se autoengañe y justifique, ya es otro cuento.
La necesidad de proteger a sus padres, de justificarlos, los lleva a buscar cualquier subterfugio para lograr asimilar la dura realidad: sus padres, los obligados a cuidarlos y a protegerlos, a quienes más aman y en quienes confían ciegamente son quienes los dañan. Les trataron mal cuando tenían que haberlos amado, protegido, acompañado de forma madura, serena y comprensiva.
Quienes recuerdan cómo se sentían al ser maltratados saben lo doloroso, injusto y cruel que fue. Yo recuerdo el miedo, la humillación, la impotencia de no poder hacer nada y que nadie hiciera nada por mí ni por mis hermanas.
¿Sabes por qué nos golpeaban? porque podían. Estábamos ahí para que un adulto sin control de impulsos, con rabia, incapaz de autorregularse pudiera desquitarse con nosotras hasta aburrirse. Muchas veces temí por mi vida y la de mis hermanas, no te exagero un pelo.
¿Has visto un ojo negro por el golpe de un cepillo de pelo mientras te peinan? ¿Has visto sangrar niñas de boca y nariz al mismo tiempo? ¿Has visto mearse de miedo a una niña de 4 años sólo con escuchar los pasos de quien más ama, pero también más teme? Yo sí, todo eso y mucho más. Cinturonazos, golpes de puño, de pie, con varas, objetos, lo que sea. Insultos, gritos, humillaciones eran pan de cada día. Y tengo muy claro que eso no era correcto. Era abuso. Nunca esconderé por lealtades absurdas la realidad de lo que ocurrió por intentar justificar malos tratos. Nunca diré "Me castigaban porque me lo merecía. Me pegaban por mi propio bien. No fui digna de ser amada".
Es por eso que el discurso "Los golpes no hacen daño" es peligroso porque se asocia el amor al maltrato, el amar al abuso y esa asociación puede llegar a matar. Así, tal cual. Porque dime ¿quién decide hasta cuándo golpear? ¿Una vez a la semana es suficiente o todos los días? ¿Y qué usamos, la mano, pies, cinturón, chalas, chicote o lo que venga? ¿A qué edad comenzamos? ¿Cuándo se supone que debemos dejar de hacerlo? ¿Hasta que el niño crezca y decida irse de la casa y nunca más volver ? O tal vez un día devuelva el golpe porque es lo que ha aprendido, así lo han educado (golpe con amor, of course).
Con la excusa de educar a los niños se justifica todo tipo de violencia. Para mí eso es domesticar, no educar. Eso es abuso de poder por parte del adulto. Es cobardía. No concibo que alguien mucho más fuerte ejerza esa violencia. Es conductismo puro y duro. ¿Funciona? por supuesto, los perros de Pavlov lo hacían de maravilla. Es rápido y efectivo. Se modifican las conductas indeseables, pero nada de eso tiene efecto a largo plazo, a veces incluso aumentan con el tiempo. Es lo que pasa cuando hacemos las cosas a la FUERZA. Si queremos una solución real, hay que encontrar el origen y no enfocarse en los síntomas. Pero ese es el camino largo, para eso hay que dedicar tiempo, ganas, paciencia, amor, es un proceso donde hay que implicarse y que los amantes del charchazo no están dispuestos a tolerar.
Claro que a los hijos hay que educarlos y para eso las normas y límites son necesarios, pero educar a base de golpes es imponer el terror y el miedo. La violencia física y verbal pasa factura tarde o temprano en las personas adultas. Hay un estudio que hizo la Academia Americana de Pediatría con miles de personas adultas (casi 35.000) y las conclusiones revelaron que las personas que fueron tratadas en su infancia con malos tratos desarrollaron trastornos en la edad adulta. Es decir, recibir un "corrector a tiempo" para evitar males mayores hace que esas personas sean más propensas a conductas antisociales, depresión, dependencia emocional, paranoias, toxicomanías y dificultades sociales. Lo lamentable, es que muchos no tienen idea que es producto de su crianza y la replican con sus hijos seguros que lo están haciendo regio.
Así como este estudio serio hay muchísimos más que demuestran que los niños que han sido educados con violencia son más violentos en sus relaciones con los demás. En cambio, no hay un solo estudio que demuestre que golpear a los hijos les haga bien.
Nadie estaría de acuerdo con pegarle al camarero para que atienda mejor, al jefe que no pesca, al anciano que se equivoca, al marido o a la esposa que no hace lo que queremos. No, porque las personas civilizadas no le pegamos a los demás, pero pegarle al propio hijo, a un niño pequeño, indefenso que depende absolutamente de los adultos y que no puede defenderse, sí, ahí sí están casi todos de acuerdo y hasta los aplauden. La mayoría dice entender que tratar con violencia a los demás no está bien, pero ¿y qué pasa con los niños? ¿por qué ahí sí está bien?. Según el razonamiento del golpe con amor no habría diferencia entre pegarle a una mujer, a un anciano o a un niño.
Para mí, no existe ninguna diferencia. De hecho, es más grave porque un niño es un ser absolutamente dependiente e indefenso. Pegar a un niño no tiene justificación alguna. Si no somos capaces de darnos cuenta que pegarle a nuestros hijos en cualquier circunstancia, con cualquier intención o intensidad, es maltrato y es violencia, entonces necesitamos buscar ayuda.
Puedo entender, no justificar, que alguien en un arranque de ira, en un día de mierda, en un momento de desrregulación máxima, le pegue un cachamal a su hijo. Está pésimo, hay que trabajarlo. Pero lo puede entender. Pero lo que no puedo entender es que alguien diga que le pega con amor porque quiere que sea una persona de bien. Que le grita porque lo ama. Eso no es amor ni respeto ni nada, es producto de la ira no controlada, de la agresividad y la falta de recursos. Es incoherente amar y pegar. A quien se quiere no se le maltrata.
Los niños como todo el mundo tienen derechos, no se puede hacer lo que a uno le dé la gana con ellos como si fuesen un estropajo. No digo animales porque visto lo visto los animales tienen más derechos que los niños. De hecho, las marchas a favor de los animales reúnen muchísima gente, en cambio, a favor de los niños ni siquiera se hacen. Sólo como dato, los derechos de los animales son anteriores a los derechos de los niños. Es más, sirvieron como base.
No hay que maltratar nunca por ningún motivo a los niños. No es ético, no es moral, no funciona ¿Por qué no mejor ayudarles a aprender a controlar su propia conducta y adquirir motivación interna en vez de controlarlos de manera externa? La conducta se detiene por temor a los padres y no porque hayan aprendido nada. Una conducta no cambia a través de la violencia. Creer eso es un engaño. Ese hijo está evitando el golpe por miedo, por sumisión, pero no porque haya interiorizado nada acerca del por qué debe cambiar su conducta. Se consiguen resultados, pero éstos son superficiales y poco duraderos. Los adolescentes con problemas de conducta fueron niños maltratados y luego serán esos adultos que defienden y agradecen los golpes que los "enderezaron" sin saber lo que realmente pudieron haber llegado a ser sin esos golpes que seguramente evitaron que desplegaran por completo sus potenciales.
El maltrato no se debe tolerar, ni consentir bajo ninguna circunstancia, porque está mal, no educa y deja muchas secuelas físicas y emocionales. Aparte que maltratar a los niños es delito, nos guste o no, la Ley así lo dice.
No me extenderé más, comencé escribiendo una respuesta a un comentario y terminó en un Post, pero es que es un tema en el que se me hace imposible quedarme sin inmutarme.
Yo seguiré hablando de los estragos que provocan en el ser humano los malos tratos y si veo a algún adulto tratando mal a un niño o haciendo apología de la violencia me seguiré metiendo porque me importa. Ojalá algún adulto hubiese hecho eso por mí y mis hermanas, nunca entendí ese miedo a defender a los más débiles. Yo no me callo, "abogada de los pobres" me decían cuando chica, porque cada vez que veía algo que me parecía injusto me metía y muchos golpes recibí por ello, pero merecían la pena.
Para una crianza sana a nivel emocional y físico sólo se necesita amor, confianza y respeto. No hay mayor secreto. Los golpes dañan cualquier relación. La violencia sólo genera violencia. De hecho, basta con ver la población penitenciaria de cualquier país del mundo para darse cuenta que todos o casi todos fueron niños con infancias llenas de maltratos y abusos.
Un nuevo informe en Chile mostró que la mitad de la población penal adulta fueron niños del SENAME (Servicio Nacional de Menores). Los niños del SENAME son los niños más vulnerables de Chile, son niños y guaguas con historias muy duras de vida, donde el maltrato y la violencia es su día a día. Más claro imposible.
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