miércoles, 12 de abril de 2017
Hagamos que la crianza se convierta en una experiencia de más disfrute y menos quejas.
Si nos diéramos cuenta realmente de lo rápido que pasa la infancia, de lo rápido que los hijos crecen, se emancipan, vuelan de nuestro lado para hacer su vida aprenderíamos a elegir las batallas realmente importantes y nos centraríamos en disfrutar de sus maravillosas, únicas e irrepetibles infancias.
Podemos hacer que la crianza se convierta en una experiencia de más disfrute y menos quejas.
En la foto con mi hijo Ignacio cuando tenía 8 años, ahora tiene 22 y hace 2 que vive solo en otro país. Nunca le di un golpe, nunca lo humillé, nunca lo amenacé y es el ser más noble que conozco.
No lo veo hace 3 meses, pero hablo a diario con él. Es feliz viviendo en Madrid y yo lo soy por él ❤
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