jueves, 2 de junio de 2016

Franco y su vida entre leones.


Hoy se habla tanto de empatía, una linda palabra, pero qué triste ver que se usa poco o nada.

La semana pasada en Chile, Franco, un joven de 20 años, se desnudó y metió en la jaula de los leones en el Zoológico Metropolitano y para salvarle la vida los guardias mataron a dos leones.

Quedé sorprendida al leer tanto insulto, tantas puteadas contra un joven que claramente está enfermo, y ahora internado grave por los ataques de los animales.

Cientos de personas preocupadas y enfurecidas porque mataron a los leones: "es que los leones nacieron en el Zoológico y tenían 22 años", "si se quiere matar, déjenlo, total, un hueón menos", "Qué culpan tienen los leones...". Enojados con los guardias porque no lo dejaron morir. ¿En serio?.

Estoy de acuerdo en que es una pena que hayan tenido que matar a los leones, ellos también fueron víctimas, pero de ahí a decir que la vida de los animales es más valiosa que la de una persona es un tema que no comparto.

Estamos mal como sociedad si no somos capaces de ver el sufrimiento ajeno. Si una persona salta a la jaula de los leones no es alguien que esté sano mentalmente, no es algo que sea normal y lo más probable es que esa persona esté atravesando un cuadro que altera su capacidad de enjuiciamiento de la realidad. No es capaz de distinguir lo que es real de lo que no lo es. De hecho, Franco no quería suicidarse, el acto que cometió fue dictado por sus delirios. Delirio mesiánico ligado a la religión. Su Dios lo salvaría, era una prueba, como la del profeta Daniel.

No sólo en Chile, en el mundo entero falta sensibilidad e información sobre la salud mental, nadie está libre de presentar un cuadro grave, casi en todas las familias existen personas enfermas mentalmente, y aunque no lo crean, las enfermedades mentales tienen un componente genético importante por lo que es heredable la condición. La esquizofrenia y la bipolaridad son de la más estudiadas.

Y ¡OJO! que en Chile más del 17% de la población sufre depresión, lo que lo sitúa como uno de los países más depresivos del mundo. 


Reflexionemos qué podemos hacer para tener una sociedad más justa, más sana, más empática, más solidaria, más generosa, más compasiva donde nos cuidemos unos a otros, donde la salud deje de ser un bien de consumo.

No le tiremos piedras a alguien que necesita ayuda. Franco fue un niño que nadie cuidó a los 11 años cuando su madre murió. Su padre un alcohólico depresivo que no pudo cuidarlo a él ni a sus hermanos. El mayor está preso y al menor lo adoptó una familia de Italia. Creció en un hogar del SENAME (Servicio Nacional de Menores, Institución negligente donde hace poco murió una niña de 11 años de un paro cardíaco por exceso de medicación, y no es el único caso de negligencia criminal. Cada vez se saben más historias terribles que ocurren en esos "hogares").


En el SENAME no se cuidan los niños, los encierran, abandonan y peor aún, los siguen maltratando. Entonces, como sociedad ¿cuál es el interés que tenemos en nuestros niños?.

Franco fue una víctima. No ataquemos sin saber, sin ponernos en los zapatos de los demás.

Cuidémonos, descansemos, que la vida no nos arrastre, estemos tiempo de verdad con nuestros hijos y cuidemos a todos los niños, los niños son de todos, de toda la sociedad, son nuestros.

Es nuestra obligación acompañarlos y educarlos emocionalmente (porque está más que demostrado que esa educación no se enseña en los colegios/jardines/guarderías).


"No hay salud sin salud mental", OMS (Organización Mundial de la Salud). 









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