No es lo mismo un niño que deja de llamar a su madre porque ya no la necesita, que otro que deja de llamarla porque sabe que, por mucho que la llame no le hará caso.
Este es lo que sucede en los orfanatos y guarderías, es la base de los métodos conductistas. Los niños son invisibles, pero sus carencias, enfermedades y problemas emocionales, no. Esos se arrastrarán toda la vida.
Los niños dejan de llorar, de pedir atención, de generar demandas porque aprenden que no deben esperar una respuesta de sus cuidadores. Es lo que se conoce como indefensión aprendida.
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