Mis pollos.
Mi mayor deseo es tener hijos felices, seguros, sanos, realizados. Por eso los beso, mimo, abrazo SIEMPRE que ellos lo quieran o necesiten. Si se caen los ayudo a levantarse, si lloran les seco las lágrimas, limpio mocos, si tienen frío los abrigo, si no quieren dormir solas duermen conmigo (el mayor hace muuucho que lo hace solo, parecen siglos; sacarlo de mi cama nunca fue un trauma, todo lo contrario, ni pesadillas tuvo). Todo esto no lo hago porque existan muchas evidencias sobre los beneficios del apego seguro o porque sea bueno para las sinapsis de su cerebro; lo hago porque los amo, disfruto haciéndolo, obedezco mi instinto.
Porque los quiero felices, realizados, contentos, llenos de dicha y amor, los regaloneo sin límites. Quiero personas plenas ... buenas personas, un aporte para la sociedad, No guerreros.
Existe la absurda idea que no acompañar a los hijos, hacerles la ley del hielo, mandarlos a pensar solos, no prestarles ayuda para levantarse aunque sólo sean unos bebés los hará fuertes e independientes. Ser padres negligentes no prepara mejor a los hijos para la vida; la indiferencia hacia ellos creará adultos indiferentes no sólo al dolor, sino a la existencia del otro.
Las personas somos más seguras, sólidas, sanas y felices mientras más amor, atención, contención y respeto recibamos ... no lo contrario.
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