viernes, 7 de octubre de 2022

El partido Chile vs. Unión Soviética o “el teatro de lo absurdo”.


 Carlos Caszely “jugó” ese partido y dijo que fue “el teatro de lo absurdo”.

Hoy traigo a colación una historia que sucedió hace casi 50 años en Chile y lo hago porque estaba leyendo que finalmente Rusia se anexó 4 ciudades de Ucrania. Rusia, ese país que se dice garante de la libertad y los derechos humanos.


Acá va la historia. El 11 de septiembre de 1973, el genocida Augusto Pinochet llevaba a cabo un golpe de Estado contra el Gobierno legítimo de Chile.


El mismo día del Golpe de Estado empezaron a encerrar presos políticos en el Estadio Chile, el estadio de Fútbol de Santiago. Encerraron a miles de hombres y mujeres, se convirtió en la cárcel más grande de todas las dictaduras de América Latina. A estos prisioneros, muchos de ellos casi niños, les torturaron, violaron, mataron, desparecieron.


Entre ellos, Victor Jara, al que arrastraron por el suelo, quemaron con cigarrillos, le rompieron los dedos para que no pudiera tocar la guitarra. Al cabo de 4 días, le mataron.


Bueno, y ahora el por qué entra a colación Rusia en esta historia.


En esas fechas tenía que jugarse en Chile el partido de vuelta de la clasificación para el Mundial de 1974, entre la selección chilena y la soviética. La FIFA (este organismo que excluyó a Rusia del Mundial de Qatar por declararle la guerra a Ucrania) mandó a una delegación a Santiago para que decidieran si se podía jugar el partido.


Los representantes de la FIFA viajaron hasta Santiago de Chile, entraron en el Estadio, observaron a los miles de prisioneros (para que se hagan una idea del horror, la Cruz Roja llegó a contabilizar a más de 7.000 detenidos en un solo día) que había encerrados en aquel momento, y dictaminaron que se podía jugar.


El equipo contrario, la URSS, se negó a jugar en un lugar de tortura. Enviaron una carta a la FIFA para explicar que “por consideraciones morales, los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos”.


Paradójicamente la sangre de los ucranianos y de sus compatriotas rusos hoy no les causa ningún tipo de consideración moral. 


La FIFA dispuso que el partido se celebrara igualmente. Los jugadores chilenos saltaron al campo. Sonó el himno. El partido duró, literalmente, 30 segundos: los que tardó la selección chilena en marcar un gol desde el silbido inicial.


Les declararon ganadores.


En eso estoy de acuerdo con Caszely, un verdadero absurdo, que no tuvieron la valentía de negarse a hacer.

 

 



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