Algo que escribí en Facebook el 29 de Diciembre del 2012 y hoy traigo al Blog.
Irene es delgada y menuda, está cansada y lleva mucho rato llorando. Está tan agotada que no tiene ganas de comer. Juan la toma fuertemente de un brazo y la tira al suelo. Luego, la arrastra hasta el baño y la mete a la ducha y le deja caer el chorro de agua fría por aproximadamente un minuto.
Irene se calla (que no es lo mismo que calmarse), tiene miedo y mantiene ese llanto a saltos, pero muy en silencio. Finalmente, Irene se duerme agotada de tanto llorar. Estresada, angustiada, con desesperanza total.
Irene tiene 35 y Juan 40, son marido y mujer.
Esto que acabo de describir sería un abuso y un horror para casi todo el mundo, pero si Irene fuese una niña la práctica estaría absolutamente justificada. En ese caso la gran mayoría diría que se está “educando". Tiene que obedecer y saber quién manda. No le pasará nada por unos golpes y unas duchas frías, a todos nos pegaron y estamos súper bien. No hay que exagerar, dicen.
La crianza y la educación habitual es ya de por sí neurótica, carente, autoritaria y abusiva y si a eso le sumamos familias desestructuradas, ausentes, carentes de recursos intelectuales y/o emocionales, pues ya es el desastre.
Cultura de la dominación y de la represión, más flagrante aún frente a los niños, sobre quienes se vierte toda la mierda emocional, reproduciendo así el desamparo y la neurosis generación tras generación.
Familias y escuelas basadas en la represión, el abandono y el miedo.
Ahí está todo. O nada. Como prefieran.
Niños maltratados = Psiques debilitadas = Daño emocional.
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