Me pregunta si no es mejor no "mirar atrás y continuar con mi vida". Si no es más sano pisar el pasado, enterrarlo y olvidarlo. Cree que la solución es olvidar o intentar hacer como que mi padre no existió y no responderle.
Leo su comentario justo hoy, hoy que fue el día en que hablé con varias mujeres sobre sus sombras, sus antecesores, sus padres, sus historias de vida, su familia de origen. Me alegra tanto ver a mujeres despertar, respetarse, quererse. Al principio habían dudas "es que es mejor no escarbar en el pasado", "prefiero no saber", "de chiquitita me dijeron que me quedara callada y no preguntara".
Es que así nos han criado a casi todas, nos han educado en sistemas familiares y culturales basado en la OBEDIENCIA y el silencio. Y a las que preguntamos, cuestionamos, miramos más de la cuenta, nos tachan de insolentes, hincha pelotas.
"Calladitas se ven más bonitas", típico dicho. Claro, anestesiadas y tipo zombie.
Acatamos, como buenas niñas obedientes. Sin cuestionar nada ni a nadie porque da miedo recibir castigos, rechazo, que no nos quieran, que nos encuentren pesadas, maleducadas, malas, "que le pongamos mucho color". Pero ...¡Zas!... de pronto despertamos, hacemos caso a nuestros instintos y deseos y la vida se hace tanto más placentera, dulce, amorosa, disfrutamos.
Eso pasó hoy, al principio las dudas, pero luego es soltar y creer. Ahora todas con ganas de revisar su historia. Nada de secretos.
Es que lo que se vive en la infancia permanece de manera inconsciente en el cuerpo, en la piel...en el cerebro, al menos, en su parte límbica. Por eso hay que HABLAR, conversar, decir la VERDAD, para que nuestros hijos y nietos no sufran lo que nos ha tocado sufrir a nosotros.
Los secretos se VIVEN.
Volviendo al comentario de mi amiga, la solución no puede ser olvidar o intentar hacer como que mi padre no existió. NO, eso es insano, hacerse los tontos es aumentar la neurosis. No se puede negar y mentir sobre algo que sí existió o existe.
Yo no he olvidado (la verdad es que tampoco recuerdo mucho de mi infancia...el cerebro es sabio), pero sí he elaborado y puedo decir que estoy sana. Con cicatrices. Pero feliz y plena.
Lo que escribí fue un arrebato de brutal sinceridad, por lo mismo apenas terminé de escribirlo pensé en borrarlo por ser tan íntimo. Pero no lo hice porque hablo desde el corazón y si mis palabras sirven para que una persona reflexione, seré feliz. Creo en la generosidad de compartir parte del mundo interno para construir.
Cada persona debe encontrar la manera de sanar sus heridas, especialmente cuando se es madre o padre. ¿Cuál es la mejor manera? No lo sé... La que haga sentir paz y calma a cada uno. Hay quienes van a terapia por años, otros meditan, cantan, hablan con el marido, se desahogan con las amigas, hacen yoga, pintan, escriben, rezan ...
Por mi trabajo (trabajo que amo), por lo que estudié y sigo estudiando, por la cantidad de trabajos escritos sobre la teoría y la técnica por profesionales del área de la salud del cerebro, sé que guardarse cosas, autoengañarse, reprimir, no es sano. Uno puede renegar, autocomplacerse por años. Pero siempre, siempre, siempre, en algún momento de la vida esa negación, ese dolor, la pelea interna, la tristeza, las lágrimas contenidas, la rabia reprimida sale a flote y el cuerpo y la salud se rinden. Aparecen las enfermedades, las crisis de ansiedad, palpitaciones, jaquecas, miedos, adicciones, engaños, dolores, enfermedades psicosomáticas. Algo aqueja, angustia, aprieta la garganta, acelera el corazón, no deja dormir, el cuerpo entero está dolorido. El cuerpo somatiza lo que la psiquis no ha resuelto.
Alice Miller dice: “El cuerpo nunca miente”.
Necesitamos conocernos, encontrarnos, juntar las piezas del puzzle para no caminar por la vida con los ojos vendados y la única manera de hacerlo es con la verdad. Lo que ocurrió, ocurrió. Jamás podremos eliminarlo de nuestra vida, de nuestro cuerpo. Pero podemos sanar poniéndole nombre a lo sucedido, podemos acabar con el dolor infantil, mejor si es con alguien que dé compañía, cariño y comprensión. Así de pasadita se le quita la carga a los hijos y no heredan conflictos no resueltos de los padres.
Hay que ser bien valiente para iluminar la propia vida y la de los hijos.
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