"... la paz sobre la Tierra empieza en el vientre de la madre."
"¿Y cómo modelar a un niño sano?
Con la vacuna que la neurociencia nos confirma: cariño, afecto, amor.
¿Qué dice la neurociencia al respecto?
Que el afecto estimula la sinapsis, las interconexiones entre neuronas.
¿Sí?
¡Sí! De 0 a 1 año se establece en el cerebro humano el mayor número de interconexiones neuronales de toda su vida. Y se ha constatado que el amor de los padres y cuidadores, el cariño, el afecto expresado en caricias, besos, cosquillas, abrazos, pedorretas, achuchones... ¡fomenta las sinapsis, multiplica las redes neuronales!
O sea, que ese cerebro será más rico.
Tendrá mejores cimientos sobre los que levantar ulteriores capacidades. Haber sido mecido, acunado, besado, acariciado, amado, respetado... ¡te hará más inteligente! A más amor recibido, más inteligencia futura.
¿Qué se entiende por respeto al niño?
Tratarlo según lo que pueda esperarse de él en cada franja de edad.
Ponga un ejemplo.
De los 1,5 a los tres años, el neocórtex infantil es incapaz de procesar más de dos o tres prohibiciones. Si dirigimos 30 ¡no es! al niño... nos parecerá que nos desobedece 27 veces. ¡Y no es eso!
http://www.lavanguardia.com/lacontra/20110518/54156343437/la-paz-en-el-mundo-empieza-en-el-vientre-de-la-madre.html#ixzz2wu9Amh6b
miércoles, 26 de marzo de 2014
Dile a tu hij@ que le quieres
Dile que le quieres
Cerremos los ojos y recordemos lo más hermoso que nos han dicho nuestros padres: Princesa…rey de la casa…mi vida…eres un encanto…cariño…mi corazón…mi amor…mi cielo…qué guapo…qué listo…
¿Estamos sonriendo?
Tal vez algunos de nosotros no logremos traer estos recuerdos, y en su lugar aparezcan sin permiso otros: qué tonto eres…pues sólo sabes mentir…que si sigues así se lo diré a tu padre…eres malo…no te quiero… ¿acaso no comprendes?... ¿eres sordo?...distraída como su madre…
¿Estamos compungidos?
Lo que nuestros padres -o quienes se ocuparon de criarnos- hayan dicho, se ha constituido necesariamente en lo más sólido de nuestra identidad. Porque somos los adultos quienes nombramos cómo son las cosas. Por eso lo que decimos, es.
El niño pequeño no pone en duda lo que escucha de los mayores. Puede ser doloroso o gratificante, pero en todos los casos, la interpretación de los adultos es absolutamente certera para el niño que aprende a traducir al mundo a través del cristal de los mayores.
En este sentido, la intención con la que hablamos con los niños es importante. Si los amamos de verdad, seguramente nuestras palabras estarán cargadas de sentimientos cariñosos y suaves. Pero si estamos llenos de resentimiento, destilaremos odio aún cuando los niños no tengan nada que ver.
Es verdad que hay situaciones donde el niño se equivoca o hace algo inadecuado. Pues bien. Una cosa es conversar sobre eso que “hizo” mal, y otra cosa es que ese acto lo convierta en alguien que “es” malo. Sólo nuestro rencor puede confundir entre lo uno y lo otro. Si el niño, de tanto escuchar a sus padres diciendo lo mismo, se convence de que es malo, quedará atrapado por ese circuito donde “es” en la medida que es malo, y para ser malo, tiene que seguir haciendo todo lo que haga enfadar a sus padres. En ese punto, ha perdido toda esperanza de ser amado sin condiciones.
Para el niño “eternamente malo a ojos de sus padres”, siempre aparecerá otro individuo que actuará el personaje opuesto: “el eternamente bueno”. A veces es alguien tan cercano como el propio hermano o hermana, u otra persona muy próxima a la familia. Allí, en ese personaje, -no importa qué es lo que haga- recaerá toda la admiración y será nombrado por los padres como alguien “bueno, inteligente y listo”. Esta es la prueba fehaciente de que no se trata de lo que cada uno es o hace, sino de la necesidad de los adultos de proyectar polarizadamente, nuestros lados aceptados y nuestros lados vergonzosos en otros individuos, para no hacernos cargo de quienes somos. Y también para dividir la vida en un costado bien negro y en otro bien blanco, de modo de tener cierta sensación de claridad. Que por supuesto no es tal.
Parece que los adultos necesitamos mostrar todo lo que los niños hacen mal, cuán ineptos o torpes son, para sentirnos un poquito más inteligentes. Es una paradoja, porque al actuar de esta forma, es obvio que somos increíblemente estúpidos.
Sin embargo las cosas son más sencillas de lo que parecen. Decirles a los niños que son hermosos, amados, bienvenidos, adorados, generosos, nobles, bellos, que son la luz de nuestros ojos y la alegría de nuestro corazón; genera hijos aún más agradables, sanos, felices y bien dispuestos. Y no hay nada más placentero que convivir con niños alegres, seguros y llenos de amor. No hay ningún motivo para no prodigarles palabras repletas de colores y sueños, salvo que estemos inundados de rabia y rencor. Es posible que las palabras bonitas no aparezcan en nuestro vocabulario, porque jamás las hemos recibido en nuestra infancia. En ese caso, nos toca aprenderlas con tenacidad y voluntad. Si hacemos ese trabajo ahora, nuestros hijos -al devenir padres- no tendrán que aprender esta lección. Porque surgirán de sus entrañas con total naturalidad, las palabras más bellas y las frases más gratificantes hacia sus hijos. Y esas cadenas de palabras amorosas se perpetuarán por generaciones y generaciones, sin que nuestros nietos y bisnietos reparen en ellas, porque harán parte de su genuina manera de ser.
Parece que nuestra generación es bisagra en la evolución de la sociedad occidental. A las mujeres nos toca aprender a trabajar y lidiar con el dinero. A ser autónomas. Nos toca aprender sobre nuestra sexualidad. A re aprender a ser madres con parámetros diferentes de los de nuestras madres y abuelas. Y nos toca aprender a amar. Por eso es posible que sintamos que es un enorme desafío y además es mucho trabajo, esto de criar a los niños de un modo diferente a como hemos sido criadas. Es verdad. Es mucho trabajo. Pero se lo estamos ahorrando a nuestra descendencia. Pensemos que es una inversión a futuro con riesgo cero. De ahora en más… ¡sólo palabras de amor para nuestros hijos! Gritemos al viento que los amamos hasta el cielo. Y más alto aún. Y más y más.
L. Gutman.
Cerremos los ojos y recordemos lo más hermoso que nos han dicho nuestros padres: Princesa…rey de la casa…mi vida…eres un encanto…cariño…mi corazón…mi amor…mi cielo…qué guapo…qué listo…
¿Estamos sonriendo?
Tal vez algunos de nosotros no logremos traer estos recuerdos, y en su lugar aparezcan sin permiso otros: qué tonto eres…pues sólo sabes mentir…que si sigues así se lo diré a tu padre…eres malo…no te quiero… ¿acaso no comprendes?... ¿eres sordo?...distraída como su madre…
¿Estamos compungidos?
Lo que nuestros padres -o quienes se ocuparon de criarnos- hayan dicho, se ha constituido necesariamente en lo más sólido de nuestra identidad. Porque somos los adultos quienes nombramos cómo son las cosas. Por eso lo que decimos, es.
El niño pequeño no pone en duda lo que escucha de los mayores. Puede ser doloroso o gratificante, pero en todos los casos, la interpretación de los adultos es absolutamente certera para el niño que aprende a traducir al mundo a través del cristal de los mayores.
En este sentido, la intención con la que hablamos con los niños es importante. Si los amamos de verdad, seguramente nuestras palabras estarán cargadas de sentimientos cariñosos y suaves. Pero si estamos llenos de resentimiento, destilaremos odio aún cuando los niños no tengan nada que ver.
Es verdad que hay situaciones donde el niño se equivoca o hace algo inadecuado. Pues bien. Una cosa es conversar sobre eso que “hizo” mal, y otra cosa es que ese acto lo convierta en alguien que “es” malo. Sólo nuestro rencor puede confundir entre lo uno y lo otro. Si el niño, de tanto escuchar a sus padres diciendo lo mismo, se convence de que es malo, quedará atrapado por ese circuito donde “es” en la medida que es malo, y para ser malo, tiene que seguir haciendo todo lo que haga enfadar a sus padres. En ese punto, ha perdido toda esperanza de ser amado sin condiciones.
Para el niño “eternamente malo a ojos de sus padres”, siempre aparecerá otro individuo que actuará el personaje opuesto: “el eternamente bueno”. A veces es alguien tan cercano como el propio hermano o hermana, u otra persona muy próxima a la familia. Allí, en ese personaje, -no importa qué es lo que haga- recaerá toda la admiración y será nombrado por los padres como alguien “bueno, inteligente y listo”. Esta es la prueba fehaciente de que no se trata de lo que cada uno es o hace, sino de la necesidad de los adultos de proyectar polarizadamente, nuestros lados aceptados y nuestros lados vergonzosos en otros individuos, para no hacernos cargo de quienes somos. Y también para dividir la vida en un costado bien negro y en otro bien blanco, de modo de tener cierta sensación de claridad. Que por supuesto no es tal.
Parece que los adultos necesitamos mostrar todo lo que los niños hacen mal, cuán ineptos o torpes son, para sentirnos un poquito más inteligentes. Es una paradoja, porque al actuar de esta forma, es obvio que somos increíblemente estúpidos.
Sin embargo las cosas son más sencillas de lo que parecen. Decirles a los niños que son hermosos, amados, bienvenidos, adorados, generosos, nobles, bellos, que son la luz de nuestros ojos y la alegría de nuestro corazón; genera hijos aún más agradables, sanos, felices y bien dispuestos. Y no hay nada más placentero que convivir con niños alegres, seguros y llenos de amor. No hay ningún motivo para no prodigarles palabras repletas de colores y sueños, salvo que estemos inundados de rabia y rencor. Es posible que las palabras bonitas no aparezcan en nuestro vocabulario, porque jamás las hemos recibido en nuestra infancia. En ese caso, nos toca aprenderlas con tenacidad y voluntad. Si hacemos ese trabajo ahora, nuestros hijos -al devenir padres- no tendrán que aprender esta lección. Porque surgirán de sus entrañas con total naturalidad, las palabras más bellas y las frases más gratificantes hacia sus hijos. Y esas cadenas de palabras amorosas se perpetuarán por generaciones y generaciones, sin que nuestros nietos y bisnietos reparen en ellas, porque harán parte de su genuina manera de ser.
Parece que nuestra generación es bisagra en la evolución de la sociedad occidental. A las mujeres nos toca aprender a trabajar y lidiar con el dinero. A ser autónomas. Nos toca aprender sobre nuestra sexualidad. A re aprender a ser madres con parámetros diferentes de los de nuestras madres y abuelas. Y nos toca aprender a amar. Por eso es posible que sintamos que es un enorme desafío y además es mucho trabajo, esto de criar a los niños de un modo diferente a como hemos sido criadas. Es verdad. Es mucho trabajo. Pero se lo estamos ahorrando a nuestra descendencia. Pensemos que es una inversión a futuro con riesgo cero. De ahora en más… ¡sólo palabras de amor para nuestros hijos! Gritemos al viento que los amamos hasta el cielo. Y más alto aún. Y más y más.
L. Gutman.
domingo, 23 de marzo de 2014
Los niños dependientes y amados serán adultos independientes y empáticos
Leo a una madre acongojada. En su afán de lograr un apego seguro con su hija le da pecho a libre demanda, portea (la lleva en brazos, fular o mochila), duerme con ella y la regalonea (mima) lo que más puede. Pero han aparecido voces que le han hecho dudar de su instinto. Teme que "tanta entrega" fomente un "apego excesivo" y que se genere el efecto contrario.Y Claro, por ningún motivo ella quiere una hija DEPENDIENTE. Dicen que eso es malo, malo.
¿En qué momento? ¿Cómo hemos llegado a dudar de nuestro saber materno?... Fácil, es lo que nos dicen a diario, es el discurso que pasa de generación en generación y lo creemos completo. Los padres queremos amar con entrega y pasión a nuestros hijos, es lo que nuestro instinto nos grita, pero se nos prohíbe. Nos han dicho que muchos besos y abrazos hacen mal, que se ¡mal-acostumbran!. "Les hace bien llorar, tolerarán mejor la frustración". "Hay que criarlos firmes y duros, total el mundo es así", "Debe entender de chiquitito quién manda" Es que es así como están las cosas, se necesitan personas competitivas, individualistas, consumistas, por eso el gran anhelo es que de chiquititos sean lo más independientes posible. Que no disfruten, que no gocen, que no sientan tanto amor. "Eso hace mal". Los puede convertir en seres colaborativos, empáticos, amorosos, y eso no se necesita, recordemos que el mundo es duro y frío. ¡POR FAVOR! Recuperemos el sentido común. La maternidad es clave para la vida, lo más importante y valioso que podemos hacer es criar seres humanos.
El pecho, el colecho y porteo son conductas mamíferas ... aunque no garantizan el apego seguro, son conductas que lo fomentan. Un apego seguro, inseguro, ambivalente, desorganizado, tiene que ver con los tipos de respuesta que ofrece la figura central de apego a las necesidades del niño. Y mucho hay de nuestra propia historia de vida en cómo respondemos las necesidades de nuestros hijos.
Sólo para dejar de idealizar, hay mujeres que han parido vertical, amamantado 2 años, colechan, no trabajan, por lo que tienen tiempo 100% disponible, y aún así generan apegos inseguros con sus hijos. La maternidad es compleja.
Lo importante es comprender que NUNCA se puede dudar de la entrega de AMOR... ¿ puede haber entrega de amor "en exceso"? ¿de cuerpo ?, ¿de brazos de madre?. ¡¡NO!! Todo eso hace bien. Ofrecer cuerpo para los mamíferos humanos es placer, es AMOR. Un ser humano necesita sentirse amado para crecer sintiéndose tranquilo. Al estar tranquilo, su cerebro, no secreta cortisol (hormona que provoca el estrés), por tanto, el cerebro hace adecuadas conexiones sinápticas y se desarrolla bien. Un niño que pasa los primeros años de su vida, siempre lleno de amor y tranquilo, es un niño que se siente seguro y eso quedará grabado para siempre en su cerebro, lo que hace una base segura para la inteligencia, creatividad, autoestima, salud y placer para siempre. Crece sintiendo que el mundo es bello, bueno y placentero.
Como padres es nuestra obligación entregarles y transmitirles paz, tranquilidad, cercanía, amor; así como lo hacemos con los valores, el respeto, la honestidad, la lealtad, la solidaridad, la responsabilidad, la sinceridad, la cordialidad, la justicia ,el pensamiento ecológico, etc., lo enseñamos todos los días en nuestras acciones.
No temamos entregar mucho AMOR, cuerpo de madre. El AMOR hace bien. Nunca habrá exceso.
Todos necesitamos compañía, abrazos, besos, palabras, cariño, cuidados, miradas ... miremos a nuestros niños.
Lo que deteriora la relación, la conexión madre-hijo, son los gritos, los golpes, maltratar psicológicamente, perder la paciencia. Una madre que arrastra problemas emocionales a pesar de poder dedicar 100% a la relación probablemente establecerá un vínculo inseguro. Esos hijos recordarán una madre neurótica haciendo las cosas de la casa, una madre alejada, desconectada, a una madre chillona que sólo da órdenes, que reclama y grita por todo.
Se puede estar presente todo el día en casa, pero ausente en las verdaderas necesidades. Debemos saber interpretar las intenciones de los hijos y saber coordinarnos con ellas. No necesitan grandes regalos, ni dulces, ni cajitas felices.
Lo que realmente necesitan para un apego seguro y para su independencia es respeto, tiempo, cariño, paciencia para acompañarlos en su maduración mientras los llenamos de seguridad para el futuro.
Lo que deteriora la relación, la conexión madre-hijo, son los gritos, los golpes, maltratar psicológicamente, perder la paciencia. Una madre que arrastra problemas emocionales a pesar de poder dedicar 100% a la relación probablemente establecerá un vínculo inseguro. Esos hijos recordarán una madre neurótica haciendo las cosas de la casa, una madre alejada, desconectada, a una madre chillona que sólo da órdenes, que reclama y grita por todo.
Se puede estar presente todo el día en casa, pero ausente en las verdaderas necesidades. Debemos saber interpretar las intenciones de los hijos y saber coordinarnos con ellas. No necesitan grandes regalos, ni dulces, ni cajitas felices.
Lo que realmente necesitan para un apego seguro y para su independencia es respeto, tiempo, cariño, paciencia para acompañarlos en su maduración mientras los llenamos de seguridad para el futuro.
Somos los padres quienes tenemos el poder de organizar o desorganizar el cerebro de nuestros hijos, darles seguridad o inseguridad ... y la tan ansiada INDEPENDENCIA.
Como lo han expresado varios especialistas en cerebro infantil : "los padres somos los arquitectos del cerebro de nuestros hijos" (D. Siegel), "la madre moldea el hemisferio derecho durante el primer año de vida" (A. Schore).
Mientras más dependientes de niños pequeños, más independientes y seguros serán de más grandecitos.
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jueves, 6 de marzo de 2014
Los niños hacen lo que ven. Son nuestro reflejo.
Los niños hacen lo que ven. Son nuestro reflejo.
No aprenden lo que repetimos como disco rayado, aprenden de nuestros actos... Debemos ser consecuentes con lo que decimos y lo que hacemos.
miércoles, 5 de marzo de 2014
No creo en las madres perfectas
YO, hace aaaaños que no creo en las madres perfectas.
Somos mujeres, siendo madres todas, en una sociedad muy injusta con la maternidad. Ser madre hoy se torna difícil, en gran parte porque es cansador intentar ser una madre ideal. Agota y es imposible ser la madre perfecta, con la hija perfecta y el marido perfecto. Eso no existe. Por eso hay que olvidarse de las teleseries y de las novelas rosas, hay que creer en una y rodearse de gente, de mujeres, de madres, que también crean en ellas.
La maternidad a veces tiene días malos, es uno de sus lados ... Cuando los hijos están enfermos, cuando no hay ayuda con las cosas de la casa. Cuando el sueño no da tregua, el sueño cansado que invita a no hacer nada y a entregarse al caos ... a veces, ahí, se está mejor.
Los días malos pasan, y afortunadamente (en mi caso) son muy muy pocos. No existe la maternidad tan idealizada ... Pero sí existe la crianza con respeto. La crianza con respeto nace, simplemente nace cuando decidimos no juzgarnos, cuando aceptamos que cada madre es la mejor madre para SU hij@, y por tanto la maternidad se convierte en puro placer, con días malos pero con muchos más buenos ... Debemos disfrutar. Ser madres es maravilloso.
martes, 4 de marzo de 2014
Los maltratos no sólo dañan los vínculos, también dañan la salud.
La "trampita" que esconden los golpes al ser aplicados por la persona que uno ama, como la madre o el padre, es que los niños se auto inculpan, justificando, e incluso de adultos encuentran que estuvo bien y algunos repiten ... Así no terminamos nunca con los círculos de violencia y los vamos heredando de generación en generación. Por la felicidad y salud mental de nuestros futuros nietos paremos los golpes hoy en día a nuestros hijos.
Pataletas
Cuando la crianza tiene días difíciles...
A todas nos pasa, tenemos días buenos y malos, y no sólo los adultos, los pequeños también tienen días malos.
Soy madre 24/7 de tres hijos, todos con necesidades distintas.
Mi Ignacio de 19 y su mundo, su mundo que todavía no se estabiliza después de este cambio. También está Mía de 4 y Abril de 2; gracias a la poca diferencia de edad se acompañan y juegan mucho, pero hay ocasiones en que esa poca diferencia nos complica. Esto ocurre cuando estoy sola con ellas, y las dos demandan y demandan al mismo tiempo. Abril al ser la más pequeña se irrita más fácil y confunde. Es ahí cuando siento que se comienzan a agotar los recursos y la paciencia.
La buena noticia es que como me ha ocurrido antes, sé que pasa luego de un ratito porque los "te amo" y los besos vuelven junto con la calma. Sin embargo, la ayuda de mi marido en la crianza, para mí, hace todo más fácil. Y digo para mí, porque cuando yo estoy sintiendo "hambre" me cuesta dar comida a mis pollos. Y no hablo de hambre de guata, hablo de mi hambre emocional, esa parte mía de niña que quedó insatisfecha y que las demandas de mis hijos, muchas veces, despiertan o iluminan. Sus deseos y mis deseos insatisfechos se juntan y siento que necesito contención para contener a los míos.
Pero como ya me conozco y sé que nos pasa a todas, pido ayuda y dejo que me ayuden. Mi marido está ahí para ayudarme y acompañarme. Se lleva a Mía a jugar para que yo haga siesta junto a Abril o se lleva a las dos al parque para que yo me dé un delicioso baño.
Es un amoroso... Nos apañamos, comprendemos, no nos exigimos, nos reímos y aliviamos... entonces, me sale más fácil contener a mi pollos cuando pían al mismo tiempo. Dejo de apretar los dientes y relajo el alma.
A las madres que me escriben y me cuentan que la soledad les pesa a diario, que a veces se sienten malas madres y se arrepienten de las palmadas y gritos que le dan a sus hijos. A ellas que por distintos motivos no pueden recibir el apoyo de sus parejas, pero sí tienen la suerte de contar con otras mujeres para apoyarse, siempre les digo, hablen con ellas, pidan ayuda, pidan compañía. Busquen a sus amigas, a sus madres, a sus hermanas, a esas mujeres sabias que están para ustedes, que están para ayudarlas. En este momento yo no tengo a esa amiga, a esa mujer que me acompañe y que me ayude a cuidar a mis hijos, pero aún así sé lo importantes que son ... ellas son de esas personas que una elige como compañera de la vida.
Crianza en tribu se llama. En tribu de hermanas.
No es lo mismo estar juntas en persona, pero aquí estoy yo para las que quieran mi "compañía", de este lado también nos ponemos en el lugar del otro.
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lunes, 3 de marzo de 2014
La culpa...no existe la madre perfecta ni la mala madre.
Muchas veces surge una reacción defensiva en algunas madres cuando ven información objetiva que es contraria a lo que han hecho durante su maternidad.
He tenido varios debates y lamentablemente no de buenas formas con algunas madres por sentirse "atacadas" al publicar información sobre la superioridad de la lactancia materna versus leche de vaca o los beneficios del parto natural versus cesáreas o lo más común, defender los golpes a los menores. Hay algunos temas que nos 'tocan la sombra', y con nuestra actitud demostramos cuán resueltos están esos dolores. Puede ser que todavía duela algo de nuestra propia infancia (por ejemplo haber sido castigados, haber recibido golpes o gritos, etc) o pueden ser nuestras nuevas experiencias o decisiones maternales. Pero el que comparta información objetiva en mi muro no es con intención de atacar a nadie en lo absoluto.
Podemos sacar provecho de esa molestia al ver nuestras proyecciones. Esa molestia que sentimos en forma de "ataque" es una señal de alarma que nos indica que es bueno indagar y resolver dentro de nosotros y así continuar nuestro camino como padres más simples, sin la mochila de nuestras culpas.
Vale la pena el debate, aunque duela, aunque aburra a algunas personas, aunque incomode a otras (sé que puedo ser mono-temática y que no a todos les puede agradar mi "obsesión" con los bebés y niñ@s, pero recuerden que infancia significa "el que no habla"... por eso debemos hablar, y hablar mucho por ellos). Mi intención es compartir información para que las mujeres tomen decisiones informadas, conscientes, que sepan los pro y contras de ellas, porque si le sirve a UNA persona para mirar a los ojos su sombra y volver a la paz, vale la pena todo esto.
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Niños seguros.
Para fomentar la seguridad y la salud mental de nuestr@s hij@s, lo primero es aceptar que dependen de nosotros, por lo tanto es nuestra obligación satisfacer desde un principio su necesidad básica de contención, cercanía y permanencia.
Crianza en brazos
Ellos nos enseñan que la crianza en brazos no hace daño alguno.
¿Que consecuencias tendrá mas adelante el que usted atienda rápidamente a su hijo/a cuando llore? (sea porque quiere ser cargado o porque le pide teta...etc.)
Cada vez llorará menos, porque verá que no necesita llorar mucho para que le atiendan. Aprenderá que puede confiar en usted y a través de usted en los demás. Aprenderá que es importante, que es digno de atención y que puede esperar un buen trato de los demás. Eso le dará confianza en sí mismo y seguridad, capacidad para establecer relaciones interpersonales sólidas de amistad recíproca con otros seres humanos. En definitiva, la felicidad.
Pediatra Carlos González.
¿Que consecuencias tendrá mas adelante el que usted atienda rápidamente a su hijo/a cuando llore? (sea porque quiere ser cargado o porque le pide teta...etc.)
Cada vez llorará menos, porque verá que no necesita llorar mucho para que le atiendan. Aprenderá que puede confiar en usted y a través de usted en los demás. Aprenderá que es importante, que es digno de atención y que puede esperar un buen trato de los demás. Eso le dará confianza en sí mismo y seguridad, capacidad para establecer relaciones interpersonales sólidas de amistad recíproca con otros seres humanos. En definitiva, la felicidad.
Pediatra Carlos González.
Primer día de clases.
Hoy en Chile comienzan las clases. Muchos hij@s de mis amigos ya están con su nueva vida laboral/escolar.
Mi deseo es que todas las niñas y los niños tengan un gran año escolar, que creen lazos para toda la vida y que disfruten de los juegos y del aprendizaje. Espero los padres sepan priorizar el aprendizaje emocional por sobre el académico; saber que sin salud no hay disfrute.
domingo, 2 de marzo de 2014
La violencia genera violencia.
La violencia genera violencia, por tanto hay que romper cualquier espiral violenta...Por eso muchos abrazos, upa y a regalonear (mimar) a nuestros hijos!
Lo mágico del apego...
“Para ser un adulto independiente y seguro debió haber sido un bebé dependiente, apegado, sostenido, en pocas palabras amado”
Sue Gerhardt.
Sue Gerhardt.
Así consigue Finlandia ser el número 1 en Educación en Europa
Mientras en Finlandia hicieron caso a todos los estudios de neurociencias en relación a las necesidades del cerebro de los niños haciéndolos entrar al colegio a los 7 años, hoy, en Chile se abre KINDER para todos... Como si entrar al colegio antes fuera mejor.
La información completa en el siguiente enlace:
http://www.abc.es/20121008/familia-educacion/abci-consigue-finlandia-numero-educacion-201210011102.html
La información completa en el siguiente enlace:
http://www.abc.es/20121008/familia-educacion/abci-consigue-finlandia-numero-educacion-201210011102.html
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Jardín Infantil.
Lo más importante de nuestra vida debería ser criar a nuestros hijos.
Los niños antes de los 3 años no necesitan estimulación social o temprana, mucho menos la sobre estimulación que reciben hoy en día. Su cerebro sólo se desarrolla de la mejor manera posible si está bien cuidado y sostenido por UNA figura de apego central.
Pero la realidad es muy distinta:
-Padres ausentes, trabajando todo el día para darles "una educación de calidad" a sus hijos. Cuando justamente la calidad depende de la presencia de los padres en su educación.
-Hijos llorando en Salas cuna o guarderías durante todo el día, llenando su cerebro de cortisol (hormona del estrés), eso hasta que se acostumbran y entienden que mamá o papá no vendrá ... Hay que saber diferenciar entre adaptación y resignación.
Todos necesitamos dinero y trabajo para cubrir las necesidades, de hecho, hay mujeres que están obligadas a dejar a sus hijos con terceros o no comen, así de simple. Sin embargo, existen muchos padres que pudiendo elegir quedarse con sus hijos, no lo hacen. Claro, hay que cambiar el auto, comprar la segunda casa, salir de vacaciones, pagar un colegio súper caro para que tenga una "buena educación".
No está bien, aunque lo veamos normal, que los niños sean criados en guarderías mientras sus padres están trabajando. Conozco familias donde un padre trabajando 8 horas diarias pudo mantener una familia de 2 o 3 hijos y hasta los envió a la universidad y ahora ¿por qué eso no se puede hacer? Por el consumismo. Digan lo que quieran, justifiquen lo que quieran, pero hay dos tipos de necesidades y hoy se VIVE PARA TRABAJAR y cubrir las segundas necesidades (no vitales). Lo más importante de nuestra vida debería ser criar a nuestros hijos.
Cuando niña, viviendo en un pequeño pueblo del sur de Chile y hoy viviendo en Europa también lo veo. Veo que hay familias capaces de no tener auto o de no cambiarlo, de no comprar ropa todas las temporadas y de no ir de vacaciones porque creen que su prioridad es criar a sus hijos. Hay quienes decidimos renunciar a dos sueldos para criar a nuestros hijos, pero bueno, eso es una decisión muy personal. Cada cual que haga lo que quiera, pero que sea con honestidad. Vivimos en una sociedad que nos hace creer que cuidar y criar a los hijos no es lo importante, y de pronto se dan cuenta de que sí es importante.
Lo realmente triste es que pese a que sigue siendo la prioridad hay padres que no se quieren dar cuenta o se dan cuenta demasiado tarde.
Gran parte de la salud mental del adulto se juega en sus primeros años de vida, NO DA LO MISMO la forma en que criemos a los niños. Ellos nos necesitan, necesitan nuestra presencia, nuestro tiempo, aunque nosotros necesitemos desarrollarnos profesionalmente, aunque digamos que todo lo hacemos por ellos, aunque "creamos" que se puede hacer todo a la vez. Por supuesto que se puede, pero se hace olvidando que primero están las necesidades de los hijos y después la de los adultos ... COF, COF ... Sí, claro, claro, primero están las necesidades de los hijos.
Para los niños estar separados de sus padres los primeros años, en especial de la madre o figura de apego central es violento, les duele ... Nos guste o no ... Lo aceptemos o no.
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sábado, 1 de marzo de 2014
Una linda historia sobre árboles
En Indonesia, el pueblo Toraja cuando un bebé muere antes de que le crezca su primer diente, se le devuelve a la naturaleza, ya que consideran que pertenece a ella. Para ello, hacen un nicho en un árbol, donde introducen al bebé y lo tapan, esperando que el cuerpo sea absorbido por la planta y su alma viaje al cielo a través del tronco. Los toraja creen que la savia del árbol sustituye la leche de la madre y alimenta al bebé fallecido.Los bebés son considerados inocentes por la gente local y de este modo su espíritu crecerá junto con el árbol.También creen que estos bebés inocentes tendrán el poder de proteger a sus padres desde el cielo. La hoquedad donde se introduce el cuerpo es artificialmente tapada con ramas para evitar la entrada en la misma de depredadores y con el tiempo la corteza del árbol irá regenerándose hasta cubrir por completo el hueco con una cicatriz. El bebé habrá pasado a formar parte del árbol en sí mismo...
Protejamos la infancia.
Un niño que no es regulado, acompañado en sus emociones durante su primera infancia será muy probablemente un adulto con rabia hacia sus relaciones íntimas y su entorno.
Los ejemplos se repiten. La manera en que nos trataron de niños afectará la forma de relacionarnos con los demás.
Si queremos una sociedad sana y empática cuidemos la etapa más delicada del desarrollo con la dedicación y calidad que implica la tarea.
¡Sólo se logrará una mejor sociedad comenzando con buenos tratos hacia la infancia!
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