La crianza a veces es difícil, agobia, agota.
A todas nos pasa, tenemos días buenos y malos, y no sólo los adultos, los pequeños también tienen días malos.
Soy madre 24/7 de tres hijos, todos con necesidades distintas.
Mi hijo Ignacio y su mundo, mundo que todavía no se estabiliza después de este cambio a Londres. También está Mía de 4 años recién cumplidos y Abril que todavía no cumple 2; gracias a la poca diferencia de edad se acompañan y juegan mucho, pero hay ocasiones en que esa poca diferencia nos complica. Esto ocurre cuando estoy sola con ellas, y las dos demandan y demandan al mismo tiempo. Abril al ser la más pequeña se irrita más fácil y confunde. Es ahí cuando siento que se comienzan a agotar los recursos y la paciencia.
La buena noticia es que como me ha ocurrido antes, sé que pasa luego de un ratito porque los "te amo" y los besos vuelven junto con la calma. Sin embargo, la ayuda de mi marido en la crianza, para mí, hace todo más fácil. Y digo para mí, porque cuando yo estoy sintiendo "hambre" me cuesta dar comida a mis pollos. Y no hablo de hambre de guata, hablo de mi hambre emocional, esa parte mía de niña que quedó insatisfecha y que las demandas de mis hijos muchas veces despiertan. Sus deseos y mis deseos insatisfechos se juntan y siento que necesito contención para contener a los míos.
Pero como ya me conozco y sé que nos pasa a todas, pido ayuda y dejo que me ayuden. Como somos sólo nosotros cinco ya que no tenemos familiares ni amigos cercanos en Londres, mi marido está ahí para ayudarme y acompañarme. Se lleva a Mía a jugar para que yo haga siesta junto a Abril o se lleva a las dos al parque para que yo me dé un baño.
Es un amoroso. Nos acompañamos, intentamos comprendemos y no nos exigimos. Entonces, ya más aliviada, me sale más fácil contener a mi pollos cuando pían al mismo tiempo.
Dejo de apretar los dientes y relajo el alma.
A las madres que me escriben y me cuentan que la soledad les pesa a diario, que a veces se sienten malas madres y se arrepienten de las palmadas y gritos que le dan a sus hijos. A ellas que por distintos motivos no pueden recibir el apoyo de sus parejas, pero sí tienen la suerte de contar con otras mujeres para apoyarse, siempre les digo, hablen con ellas, pidan ayuda, pidan compañía. Busquen a sus amigas, a sus madres, a sus hermanas, a esas mujeres sabias que están para ustedes, que están para ayudarlas. En este momento yo no tengo a esa amiga, a esa mujer que me acompañe y que me ayude a cuidar a mis hijos, pero aún así sé lo importantes que son ... ellas son de esas personas que una elige como compañera de la vida.
Crianza en tribu, se llama. En tribu de hermanas.
No es lo mismo estar juntas en persona, pero aquí estoy yo para las que quieran mi "compañía", de este lado también nos ponemos en el lugar del otro.
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