sábado, 12 de septiembre de 2020

La crianza a veces es difícil, agobia, agota.

 Algo que escribí hace 7 años.

La crianza a veces es difícil, agobia, agota.
A todas nos pasa, tenemos días buenos y malos, y no sólo los adultos, los pequeños también tienen días malos.
Soy madre 24/7 de tres hijos, todos con necesidades distintas.
Mi hijo Ignacio y su mundo, mundo que todavía no se estabiliza después de este cambio a Londres. También está Mía de 4 años recién cumplidos y Abril que todavía no cumple 2; gracias a la poca diferencia de edad se acompañan y juegan mucho, pero hay ocasiones en que esa poca diferencia nos complica. Esto ocurre cuando estoy sola con ellas, y las dos demandan y demandan al mismo tiempo. Abril al ser la más pequeña se irrita más fácil y confunde. Es ahí cuando siento que se comienzan a agotar los recursos y la paciencia.
La buena noticia es que como me ha ocurrido antes, sé que pasa luego de un ratito porque los "te amo" y los besos vuelven junto con la calma. Sin embargo, la ayuda de mi marido en la crianza, para mí, hace todo más fácil. Y digo para mí, porque cuando yo estoy sintiendo "hambre" me cuesta dar comida a mis pollos. Y no hablo de hambre de guata, hablo de mi hambre emocional, esa parte mía de niña que quedó insatisfecha y que las demandas de mis hijos muchas veces despiertan. Sus deseos y mis deseos insatisfechos se juntan y siento que necesito contención para contener a los míos.
Pero como ya me conozco y sé que nos pasa a todas, pido ayuda y dejo que me ayuden. Como somos sólo nosotros cinco ya que no tenemos familiares ni amigos cercanos en Londres, mi marido está ahí para ayudarme y acompañarme. Se lleva a Mía a jugar para que yo haga siesta junto a Abril o se lleva a las dos al parque para que yo me dé un baño.
Es un amoroso. Nos acompañamos, intentamos comprendemos y no nos exigimos. Entonces, ya más aliviada, me sale más fácil contener a mi pollos cuando pían al mismo tiempo.
Dejo de apretar los dientes y relajo el alma.
A las madres que me escriben y me cuentan que la soledad les pesa a diario, que a veces se sienten malas madres y se arrepienten de las palmadas y gritos que le dan a sus hijos. A ellas que por distintos motivos no pueden recibir el apoyo de sus parejas, pero sí tienen la suerte de contar con otras mujeres para apoyarse, siempre les digo, hablen con ellas, pidan ayuda, pidan compañía. Busquen a sus amigas, a sus madres, a sus hermanas, a esas mujeres sabias que están para ustedes, que están para ayudarlas. En este momento yo no tengo a esa amiga, a esa mujer que me acompañe y que me ayude a cuidar a mis hijos, pero aún así sé lo importantes que son ... ellas son de esas personas que una elige como compañera de la vida.
Crianza en tribu, se llama. En tribu de hermanas.
No es lo mismo estar juntas en persona, pero aquí estoy yo para las que quieran mi "compañía", de este lado también nos ponemos en el lugar del otro.


 

 

Un niño antes de los 3 años no necesita jardín infantil


Una guagua separada de su madre se desespera y llora. Se activa para recuperar a la madre. Llora desesperada y rigidiza sus extremidades. Se estresa. La tasa de cortisol (hormona del estrés que daña el cerebro) en la saliva de los bebés separados de sus madres es el doble de los que han permanecido en contacto con la madre.
Un niño antes de los 3 años no necesita jardín infantil, sala cuna, socializar. Nada. Sólo necesita a mamá y papá. Necesita a su figura de apego principal. Ojalá a su madre. Pero también es cierto que hay ocasiones en que esa madre es el único sustento de su hogar, por lo que se ve obligada a trabajar y dejar a su hijo con terceros. En ese caso, no hay nada que hacer. Eso lo hemos pasado muchas.
Sin embargo, lo ideal sería que fuera UN cuidador por niño y alguien de nuestra confianza; no como pasa en las instituciones, donde hay muchísimos niños para una persona.
Por otro lado, están los padres que pudiendo elegir quedarse en casa cuidando a sus hijos, los mandan a la sala cuna porque están convencidos que trabajar lejos de casa y dejar a los hijos institucionalizados a temprana edad es lo mejor que pueden hacer. He escuchado decir : "Tengo que realizarme..." o "Es que si no se vuelvo pronto al trabajo pierdo todo lo ganado".
¿Qué es todo?
Hay quienes quieren creer que trabajar mucho, mucho, mucho es muy bueno. Claro que es bueno para algunos, pero no para los hijos.
Me entristece esta realidad, no sólo por los niños que sufren la ausencia. También me pone triste la ignorancia con la que se trata a los niños y a sus necesidades. Me entristece saber que existen tantos adultos tratando de convencerse de una ilusión teniendo más opciones: "le hace bien despegarse de mí porque está muy mamón", “Todo está bien, llega raja de cansado a la casa y ni molesta”, “Trabajo todo el día para pagarle un buen colegio”, “desde que lo dejé en el jardín ya no me necesita, ahora echa de menos a la tía”.
Minimizaciones, negaciones. Un montón de mecanismos de defensa que permiten engañarse un momento.
Dicen que no hay que exagerar al preocuparse de los niños, "¡AY! si solo son niños, se acostumbran rapidito". Claro, qué más da, son niños, ¿qué importan, verdad? No hablan, no se quejan, no pueden decir lo que necesitan.
Es cierto que los niños se acostumbran rapidito a todo, pero hay que saber diferenciar entre adaptación y resignación. Creen que una es dura por decirlo, pero no, no es ser nada dura en comparación de cómo se ponen los corazones, las estructuras cerebrales y las sinapsis neuronales de esos hijos por la falta de presencia materna y paterna.
Las salas cunas están hechas por necesidades de las empresas para no perder trabajadores, no porque sea lo mejor para los niños. Y en mayor medida porque los padres no quieren renunciar a un estándar de vida que les permite tener muchas cosas materiales.
Si alguien piensa que a su hijo le hace regio ir a la sala cuna, lamentablemente hay que decirle que ¡NO!. En las guarderías los niños deben competir por la atención del adulto y ni así les hacen caso la gran mayoría de las veces.
El mejor modelo educacional a todo nivel es el finlandés, y ¡sorpresa! los niños entran al colegio después de los 6 años. No hay excusa por ese lado, la parte académica no mejora por adelantar procesos.
Hoy en día se sabe, hay muchos estudios que demuestran (lo obvio) que las experiencias que les ofrecemos y las relaciones que establecemos con ellos moldean el cerebro de nuestros hijos. A menos tiempo, ya se sabe.
La información existe. Pero quien quiera engañarse que lo haga. Eso es otra cosa.



 

martes, 8 de septiembre de 2020

El cuarto mandamiento, “Honrarás padre y madre”

El cuarto mandamiento, “Honrarás padre y madre”, es el que menos me gusta, ya que con él se tolera todo abuso.

Lo sabemos quienes hemos tenido padres maltratadores que se escudaban en ese mandamiento, y ¿dónde está el mandamiento de respetar a los niños?

Cuánto niño maltratado. Violado. Abusado en todas sus formas que debe honrar y respetar a sus padres porque es lo “correcto” o es mala persona si no lo hace.

NADIE MERECE SER HONRADO SI TE HA AGREDIDO EN TU INFANCIA. Mucho menos si son quienes te han traído al mundo y su obligación es cuidarte.

El perdón está sobrevalorado. Se perdona a quien es capaz de arrepentirse o al menos intentar resarcir el daño.

 


El cuerpo somatiza lo que la boca calla.

¿Saben por qué es tan importante hablar? Al hablar le ahorramos trabajo al cuerpo.

Si intentamos darnos tiempo para comprender nuestras emociones y después hablarlas, protegemos a nuestros hijos y a nosotros mismos de desarrollar enfermedades (somatizaciones).

El cuerpo somatiza lo que la boca calla.

También al hablar con nuestros hijos los protegemos de ser víctimas de abusos (algo que se da a cada rato).

Qué triste conocer personas inteligentes, muy, pero muy brillantes, pero con unos dolores y soledades internas que llegan a calar los huesos del frío emocional.