jueves, 9 de abril de 2020

Cómo se sintieron nuestros hijos en esta situación de crisis y cómo la hemos afrontado como familia quedará grabada para siempre en su memoria y corazón.



En estos días de confinamiento por la crisis del coronavirus he visto que hay cierto revuelo entre las madres. He leído algunos Post en redes sociales y he hablado con varias mujeres, y veo que muchas están angustiadas por no esforzarse lo suficiente.

Se sienten "malas madres". Se culpan y se perciben a sí mismas como incapaces o carentes de algo, pues siempre podrían hacerlo mejor. Sienten que no juegan lo suficiente con sus hijos, no cocinan suficientemente sano, permiten demasiado tiempo en el computador o la tele, mientras siguen acumulando tareas escolares y aún no empiezan el montón de actividades extra que tenían previsto hacer.

Se sienten mal y culpables al compararse con la "madre ideal en cuarentena", ésa que aparte de encargarse de las labores domésticas, lleva las tareas del colegio al día y le queda tiempo para hacer manualidades o experimentos nuevos con los hijos. Nada más dañino, porque la realidad de cada persona difiere del ideal porque, como ideal que es, es inalcanzable. Además que detrás de esa aparente perfección, muchas veces se esconde la sobre exigencia y la competencia que impide disfrutar esos momentos de manera sana y libre.

Todo esto genera frustración, culpa y mucho malestar. Hay que relajarse, bajar el ritmo. No va a pasar nada si los hijos no hacen tooooodas las tareas que les mandaron. Nada de lo que queda en los temarios y que sea realmente necesario no se podrá aprender el año que viene con más tranquilidad.

He visto que muchos colegios están presionando demasiado con que se siga un programa muy estricto en casa, con horarios demenciales. Quizás es su manera de sentirse útiles, ocupando su tiempo y el de los alumnos con las mismas actividades que ya conocen. No se han dado cuenta de que la situación actual no tiene nada de normal y que deben ser flexibles.

He visto a profesores que han exigido usar plataformas online sin haber dado una clase sobre cómo hacerlo. Profesores que mandan tareas sin explicar nada o sea , que su labor se limita a escoger ejercicios y pedirlos, labor totalmente sustituible entonces porque ni siquiera las corrigen, la aplicación o web lo hace automáticamente. Y en la otra cara están los padres agarrándose la cabeza a dos manos porque son ellos los que tienen que enseñar y no tienen idea de cómo hacerlo (obvio, no son docentes).

Profesores que no contemplan la realidad de quienes no tienen internet en casa o tablets, computadores e impresoras. Profesores que no saben cómo adaptar su asignatura a la realidad actual. A mis hijas les dieron por terminado el año hace más de tres semanas, pero les siguen mandando mucha tarea a diario.

Nosotros decidimos no estresarnos y vamos a nuestro ritmo. Para nosotros la cosa es sencilla: hacemos lo que queremos sin agobiarnos. Las tareas se hacen después del almuerzo y luego juegan, miran tele, toman sol, leen, escriben. Y todos los días miramos una película y leemos algo juntos, o sea, que seguimos haciendo más o menos lo que hemos hecho siempre, pero lo que no haremos es tenerlas 6 horas, el mismo horario del colegio, sentadas en casa haciendo tareas.

Lo que necesitan los niños es sentirse arropados y queridos. Aunque eso signifique romper el horario perfecto que se tenía planificado. Qué importa si no terminan de rellenar hojas con los mismos temas que machacan todos los años o se retrasan. Todos los niños están en la misma situación. No los van a dejar repitiendo a todos. ¿O sí? ¿Podrán ser tan sádicos y mezquinos?

Cada familia debe hacer lo que esté a su alcance en términos de recursos emocionales, económicos, logísticos y de salud. Pero en esta situación tan excepcional, la salud emocional es lo primero. Cómo se sintieron en esta situación de crisis y cómo la hemos afrontado como familia quedará grabada para siempre en su memoria y corazón.


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