jueves, 20 de febrero de 2025

“Cosas que me han pasado”

En mis años mozos siempre me gustó salir a bailar y tomarme un copetito con mi hermana y amigos.

En una de esas salidas una chica que conocí de 18 años desapareció. Le guardé las cosas cuando terminó la disco y la estuve buscando fuera. 

La encontré bastante lejos con 5 tipos. La agarré de un ala y le dije vente conmigo.

Y tuve que empujar a uno porque quería llevársela, en plan: “yo la cuido". Una joven borrachísima.

Ya, ya, ya sé que muchos piensan que se lo estaba buscando y que es su problema.

"Se tiene que cuidar ella sola". “Sabía a lo que iba”. 

Cada cual actuará según le dicte su conciencia. Pero quien no la quiera cuidar porque evidentemente no es 

su responsabilidad, por lo menos que 

no la culpabilice y la deje en paz.

Una vez mi hermana Pam me dijo, Eve, no eres la madre de medio mundo. 

No, no lo soy.

Pero tampoco quiero ser cómplice viendo lo que veo cuando salgo de fiesta.

Yo también tuve 18 años y me fui al parque de La Unión con mi hermana, primos y amigos. Había música, guitarreo y alcohol. 

Yo que no aguanto ni un dedal de alcohol me emborraché. 

Me senté junto a un árbol para que se me pasara el mareo. Dormitaba cuando sentí que alguien me babeaba la cara. Un “amigo” me estaba besuqueando. Un amigo-amigo, de esos que van a tu casa. 

En otra ocasión, fui con mi hermana y una amiga a una fiesta de la UFRO (Universidad de Temuco). 

Estábamos bailando juntas las 3, tonteando muertas de la risa, cuando se nos acercó un universitario mayor que nosotras y me invitó a bailar. 

Le agradecí, pero le dije que queríamos bailar entre nosotras.

Más tarde, desde la otra esquina comenzó a llamarme a los gritos y a hacerme gestos de súplica para que bailara con él. Sus amigos lo azuzaban. 

Al rato, figuraba de rodillas cruzando la pista hacia mí. Todo tan “romántico” y gracioso que sus amigos aplaudían y reían escandalosamente. 

Al llegar a mi lado se metió bruscamente entre mi hermana y yo 

y me agarró de la cintura para que bailara con él. Me negué. Acto seguido, me vació un vaso de cerveza en la cabeza. 

Aquí nadie dijo ni hizo nada. 

Hay situaciones que hemos normalizado, minimizado, negado u olvidado para poder sobrevivir. Las llamamos “cosas que me han pasado”. Yo tengo muchas y variopintas de cuando he estudiado y/o trabajado. Porque claramente no sólo ocurren cuando uno está de fiesta. 

Una vez me llevé el susto de mi vida. Estaba en tercer año de ingeniería y tuve que hacer un trabajo final muy importante con un compañero. No me atraía en absoluto. Me caía muy bien, eso sí. Hablábamos sobre todo de cine y de música. Sugirió que por comodidad hiciéramos el proyecto en su departamento y que si se hacía tarde me llevaría a mi casa. 

Cuando íbamos de camino a mi casa empecé a preocuparme porque el viaje se estaba haciendo demasiado largo.

“No seas rollera, lo conoces desde hace tiempo, no tiene sentido preocuparse", pensé. 

Cuando detuvo el auto estábamos en un mirador desde donde se veía todo Santiago. Se acercó e intentó besarme. Me eché hacia atrás: "¿Qué te pasa, huevón?". 

Su semblante cambió de forma apenas imperceptible, pero su mirada se transformó en un abrir y cerrar de ojos en hostil y amenazadora. Me cagué de miedo. 

“Yo pensaba que sabías cuánto me gustas”, me dijo. 

(Yo estaba en una relación y él conocía a mi pareja). 

Se hizo el silencio más incómodo de toda mi vida. "Puedes irte si quieres, pero yo no voy a llevarte a ningún sitio".

Estaba muy lejos de mi casa y no tenía ni idea de cómo llegar, pero sentí un alivio enorme cuando me bajé del auto y me fui de allí. 

Hasta ese momento creía que lo mejor era guardar silencio y así evitar los malos rollos. Era muy joven también. 

Hasta que un día empecé a hablar abiertamente con las mujeres, y ahí me di cuenta de que cuando en un grupo de mujeres cuentas un abuso, un acoso o una agresión de cualquier tipo, todas dicen: a mí también me pasó.

Que en realidad esas “cosas que me han pasado”, las "tonterías" nunca lo fueron, se llaman abuso. Y que la culpa siempre, siempre, la tiene quien agrede. 

 Que no es nuestra culpa por andar solas, por salir a bailar, por usar falda, por confiar.

No tenemos por qué asumir que salir a la calle, la fiesta, la noche, la diversión, son un territorio masculino.

Las mujeres merecemos ser tratadas con respeto y tenemos el básico derecho a no ser violentadas por el simple hecho de ser seres humanos.

martes, 18 de febrero de 2025

13 años de mi Abril…Parirla fue el acto más salvaje que jamás he tenido.

13 años hoy cumplió mi Abril de las Mercedes y Todos los Santos.

Oficialmente ya soy madre de dos adolescentes.

El 17 de febrero de 2012 nacía mi Terremoto. Mi tercera hija. Fue el día en el que, según ella, me convertí en "madre experta".

Parirla fue el acto más salvaje que jamás he tenido. Nunca nada me ha parecido más terrenal, mamífero, verdadero y sublime. Su llegada al mundo fue tal cual es ella, un terremoto. En el auto camino a la clínica coronó. Ahí, en medio de la carretera recibí su cabeza. Y en cosa de segundos ya la tenía completa en mis brazos.

Buscadísima y deseadísima, educarla desde el principio fue un reto porque, literalmente, no paraba, ni para de hacer preguntas. Con 18 meses hablaba como un loro.

Simpática, inteligente, cariñosa, viva, creativa, abogada del diablo, divertida y muy buena amiga. Una artista sin límites, pinta, dibuja, escribe, diseña en 3D.

Felicidades, mi vida, eres una maravilla de niña. Serás lo que quieras ser porque tienes las cosas muy claras y como destacan tus profesores, sigue disfrutando y explorando todas tus capacidades. Otro año más que estás en el 8% más alto de todo Estados Unidos.

Hija, eres un amor y te quiero a la luna y de vuelta.

Hoy celebraste con nosotros, tu familia. Y en unos días lo harás con tu docena de amigas.

Juicios por violación a denuncias falsas

El famoso futbolista chileno acusado de drogar y violar a dos mujeres sigue libre campando a sus anchas.

A pesar de la gravedad del caso, gran parte de la sociedad sigue poniendo el foco en lo anecdótico, si la víctima “se rió”, “si estaba borracha”, “se fue con él porque quiso”, “quiere plata porque él es millonario”.

Se pasan por donde quieren las pruebas que consideran que el acusado dejó constancia de haber agredido, previamente, a otra mujer inconsciente. La primera mujer en denunciarlo.

Las pericias médicas de rigor en el Servicio Médico Legal confirmaron que al menos las dos mujeres tienen tres tipos de lesiones similares en el cuerpo. Y ninguna recuerda el momento en que las desnudó. Lo que implicaría un patrón.

¿Eso no significa nada? ¿Ni tampoco el enviarle cientos de mensajes a su ex mientras mantenía relaciones sexuales con una mujer inconsciente?

Ni siquiera sirven las lesiones porque lo único que quieren, es señalar a las víctimas y victimizar al acusado.

Porque para rematarla, se pone en tela de juicio si se denuncia.

Así es como un juicio por violación se convierte en un juicio por denuncia falsa y se juzga a la víctima en vez de al presunto agresor.

Porque lo que se pretende es culpabilizar a la víctima, sembrar dudas sobre su condición moral.

Sus costumbres, su conducta, son factores tan irrelevantes aquí como en cualquier otro crimen.

Tener relaciones sexuales con mujeres que fueron drogadas (las pericias también avalan este hecho) no pueden decidir o consentir. En el momento que alguien no está en condiciones de elegir es un delito. Es violación.

Violar a una prostituta, a una mujer promiscua, a una borracha, a una drogadicta, a una mendiga, no es ni más ni menos grave que violar a una monja de misa diaria o a la propia esposa dentro del matrimonio, porque todas las violaciones son uno y el mismo delito.

Este caso me recuerda al de Dani Alves, otro futbolista famoso que se fue a la cárcel por violar a una joven de 23 años. ¡Qué casualidad! Hombres de más de 40 años abusando de mujeres que por edad podrían ser sus hijas. El futbolista chileno fue acusado por una joven sólo 2 años mayor que su hija.

Cuando se supo la noticia de que Alves había violado a una joven en una disco en Barcelona, decían ¿pero cómo?, él es de los que no se meten en problemas, simpático y buen amigo. Y además, futbolista famoso, que puede tener a cualquiera, ¿no? No le hace falta violar.

Al principio dijo que no la conocía de nada. Luego, cuando vio las pruebas en las que se les ve hablando, dice que habló con ella un rato y ya. Pero cuando le enseñan que hay pruebas de la violación, por el informe médico y por estar 15 minutos dentro del baño, dice que fue sexo consentido.

Pero es muy buen chico, ¿no? Y es famoso y guapo, y tiene dinero, y está casado y tiene hijos. Igualito que el futbolista chileno.

Si no fuera porque había tantas pruebas, nadie le creería a la víctima. Aún habiéndolas hay quien tampoco le creyó.

Pero es que claro, es un buen chico. Como lo eran los de la manada, ¿no?

Donde hay hasta un guardia civil involucrado.

Afortunadamente, la gente que la vio, no dudó ni un segundo de que había sido agredida.

Y se fueron con ella, a protegerla y a ayudarla. Y había pruebas. Y testificaron. Y le creyeron.

Dani Alves se fue derechito a la cárcel en España.

En Chile, desde luego, la justicia tendrá la última palabra pero lo que no deja de sorprenderme de todo esto es la idea que prevalece de "es que hay que ver qué hacía ella con él”, “fueron juntos a un bar y luego se fueron juntos a su casa”.

Qué tendrá que ver una cosa con otra.

¿Eso quiere decir que si sufre una violación y la denuncia su agresor será absuelto? ¿Significa que lo habrá merecido por acompañarlo?

¡Y aunque hubiera ido de buena gana a cualquier sitio! Nadie es culpable o está mal por haber salido de fiesta, ser alegre o confiar.

Luego, que el otro drogue y viole es un delito gravísimo. No hay más.

Quien está mal es quien abusa. Y el que debería saber que los cuerpos ajenos no se tocan sin permiso es él.

Vivimos en un mundo donde denunciar una violación se convierte en otra violación peor.

Porque las llaman putas aunque no lo digan. Cuestionan su ropa, sus gustos, sus horarios.

Cuestionan sus cuerpos. Sus reacciones. Sus hábitos. Sus vidas.

Lo que deberían cuestionar es la clase de hombres de mierda (los que lo sean. Notallmen) que está criando esta sociedad. De esos que drogan y violan sin remordimientos. De esos 30 hombres que agarran una chica de 16 años y se la pasan entre todos como si fuera una botella de cerveza hasta que ya no queda nada.

Una chica de 16 añitos (una de mis hijas tiene 15). La encontraron deambulando, como ida, desorientada y sangrando.

Dijo que la drogaron porque no podía moverse, que se reían de ella y que pensó que iba a morir.

30 hombres la violaban de a dos y algunos repetían.

Dijo que el alma duele más que la vejiga destrozada y es más difícil de sanar.

Dijo que se baña todo el día.

Que siente culpa aunque no sabe bien de qué. Y que sueña que le sale basura de los ojos y la boca.

Dijo que no sabe si quiere cumplir diecisiete.

Dijo que para qué.

PD: edité para aclarar el horroroso último caso.

La disociación como mecanismo de defensa

El estrés postraumático se manifiesta de diversas formas. Y por ello, en muchos casos de violación, las víctimas no "se defienden" (encuentro lamentable tener que escribir esto, pero es para que se entienda) porque NO PUEDEN. Y esto, es usado en muchas ocasiones contra ellas.

Después de una agresión de esta magnitud, cualquier comportamiento, el que sea, puede entrar dentro de lo normal en un trastorno de estrés postraumático, porque hay víctimas que están disociadas y evitan e intentan olvidar como mecanismo de defensa, llevando una vida que parece no estar dañada, y justamente esto es uno de los síntomas del trastorno, y estaría bien saber de ello antes de opinar con tanta liviandad en este tipo de casos.

Todo lo anterior que he contado, me parece el colmo que sea para hablar de la conducta de una víctima de violación, porque hoy es común ver que es a la víctima a quien se culpa y juzga, cuando en otros delitos nadie cuestiona a las víctimas porque el juicio es al agresor.

A veces, tenemos experiencias traumáticas que hacen que nuestro sistema nervioso autónomo no funcione de la manera en el que debería funcionar. Es un mecanismo de supervivencia biológico, automático e inconsciente.

Y que no sea coherente o proporcionado a la situación, no quiere decir que ese trauma, dolor, daño no exista.

Es difícil entender la disociación. Si no se ha vivido. Por eso la gente que lo ha sufrido lo sabe, y entiende a la primera lo que intenta explicar otra persona acerca de lo que siente.

Si no se ha vivido, pero se tiene empatía y conocimientos, se puede llegar a entender a nivel cognitivo. Pero no emocional.

Y si no se tiene empatía ni conocimientos no se va a entender nunca, a ningún nivel.

Y bueno, nadie pide cosas que no se puedan hacer.

Pero al menos, no juzguen. Si no lo entienden, no juzguen. Sólo eso.