viernes, 4 de agosto de 2017

"Suicidios anunciados". No hay fenómeno humano que no sea comprensible a partir de nuestra historia biopsicosocial.





Como mis hijas llevan dos semanas de vacaciones no he tenido mucho tiempo para sentarme a leer noticias con calma. Ahora que puedo hacerlo me encuentro con comentarios a un hecho reciente que causó gran impacto en todo el mundo (yo me enteré el mismo día por mi hijo Ignacio): el suicidio del cantante de Linkin Park, Chester Bennington.

A saber: el líder de Linkin Park se suicidó el mismo día del cumpleaños de su amigo Chris Cornell, cantante de Soundgarden y quien se suicidó un mes antes. Los dos se ahorcaron.

Veo que están comparando a los dos amigos con Kurt Cobain (nada de raro, los tres tenían bastante más en común que sólo el suicidio). Opinan que los tres terminaron en "Su Ley": "drogas, sexo y rock & roll". Y creen que los tres fueron unos cobardes al suicidarse porque "lo tenían todo para ser felices y aún así renunciaron a la vida".

La verdad es que ya no me llama la atención la liviandad con la que se emiten juicios, pero no quiero escribir sobre eso, quiero hacerlo sobre un tema que me preocupa mucho y tiene que ver con la infancia.

Tienen mucha razón quienes comparan y encuentran que el final de las vidas de estos tres artistas fue muy similar, sólo habría que acotar que sus infancias lo fueron muchísimo más. Y no sólo hay muchas similitudes en las infancias de las personas adictas y suicidas, las infancias de los hombres más crueles (dictadores o asesinos, por ejemplo) también tienen mucho en común. La niñez de todos ellos estuvo llena de abusos, violaciones y malos tratos.

Casi todos los artistas que han muerto de manera prematura este último tiempo (y siempre) llevaban una vida aquejada por las adicciones a las drogas, al alcohol, depresiones, trastornos bipolares y a pesar del mucho éxito profesional, dinero, fama mundial y de estar casados y tener hijos, nunca pudieron superar la fragilidad emocional proveniente de infancias durísimas que vivieron.

Por ejemplo, se sabe que Kurt Cobain tuvo una infancia desgraciada.

Su padre era un hombre violento que lo humillaba y maltrataba. Antes de cumplir los 10 años sus padres se separaron y él se quedó con su madre. Al poco tiempo ella lo echó de la casa y se fue a vivir a la casa de su padre, con su nueva mujer e hijos. Nunca sintió que esa casa fuera su hogar. A los 13 años su padre también lo echó. Se fue a vivir con una tía, pero tampoco fue feliz ahí. Abandonó el colegio e intentó suicidarse. Lo único que le daba paz era tocar guitarra y escribir, tenía habilidades musicales por lo que armó un grupo. Se hizo famoso. Se enamoró de una cantante tan adicta como él y tuvieron una hija. La fama seguía creciendo al tiempo que el consumo de drogas y la depresión también crecían. A los 27 años se suicidó. Fue un hombre sumido en la depresión y las adicciones.
Las heridas del rechazo, del abandono y la humillación que vivió siendo niño y adolescente nunca cerraron. En más de una ocasión, ya siendo famoso, dijo que odió por años a sus padres.

La historia de Chris Cornell es muy parecida. Durante su adolescencia prefirió la soledad y el encierro, llegó a pasar un año sin salir de su casa. Después que sus padres se divorciaran cambió el apellido de su padre por el de su madre. Su vida estuvo
marcada por la depresión y las adicciones.

Chester Bennington, el último en suicidarse, tuvo una infancia dolorosa, realmente conmovedora. Comenzó a consumir drogas a los 11 años después de que sus padres se separaran. En distintas entrevistas dijo que se sorprendía de poder hablar y seguir vivo después de toda la droga que consumió. Pero su dolor más grande y que lo llevó a tener ideas suicidas durante toda su vida fue haber sido abusado sexualmente por un adulto cuando tenía siete años, abusos que continuaron durante muchos años.

Lamentablemente estas tres historias fueron "Suicidios anunciados".

Infancias maltratadas = Psiques atormentadas que vieron el arte como vía de redención (en el mejor de los casos, porque ya se sabe que en otros casos el desenlace puede ser mucho más dramático).

Viendo las estadísticas parece obvio que no todos los niños maltratados o con infancias difíciles terminarán suicidándose o siendo asesinos, afortunadamente existe la resiliencia y, lo más importante, la presencia de un alma solidaria que ayude a procesar los dolores internos; pero lo que sí es cierto es que todos ellos fueron maltratados de una manera u otra en su infancia. Algunas infancias duras son luego superadas, pero siempre siempre marcan. Y muchos no lo consiguen nunca.

El trauma sufrido en la infancia condiciona la salud mental en la vida adulta. Esas experiencias, sin duda, quedan grabadas para siempre. Es en sus infancias donde se encuentran las explicaciones (no justificaciones) a sus actos.
Con ésto no estoy intentando justificar a nadie, sino que es necesario ahondar en la compleja mente humana y sus raíces.

Desde luego la biografía de los seres humanos no puede ser explicada bajo una única perspectiva, pero sin la infancia como base de todo, el debate se queda cojo. No hay fenómeno humano que no sea comprensible a partir de nuestra historia biopsicosocial.

Por eso es tan importante proteger a los niños. Necesitamos un mundo con infancias repletas de amor y ternura, de empatía y respeto hacia los niños. Es una inversión para su futuro, en la infancia está la base donde se sostiene el adulto.

Me encantaría que en vez de leer críticas a personas con dolores y penas tan grandes mejor se reflexionara sobre qué se puede hacer para tener una vida más sana, donde nos cuidemos los unos a los otros y especialmente  a los niños.

No espero que nadie se reconozca en estos artistas o que avale su acción pero siempre hay aspectos en la vida de los otros que no nos son completamente ajenos y que nos puede ayudar a entenderlos de alguna manera. Sólo por poner un ejemplo, sé que mucha gente sufre y sufrió bullying. A kurt Cobain le pasó lo mismo (o peor), lo acosaban en el colegio y nadie quería ser su amigo porque era un Loser (perdedor).

Creo firmemente en que si salvaguardamos las infancias de nuestros niños habrá un cambio real en nuestra sociedad.
Dónde nacemos y cómo somos criados importa demasiado. Sin amor y ternura en la infancia, sin una familia que contenga, proteja y quiera se hace difícil ser un adulto mentalmente sano. Ninguna persona con sus necesidades suficientemente cubiertas tiene la rabia, la violencia y la conducta impulsiva para suicidarse o querer matar a otra.

Con infancias más protegidas, más "maternadas" (ojo que con maternar no me refiero sólo a la madre) no habría que buscar toda la vida de manera insaciable ese algo que llene ese vacío interno. Las drogas, el alcohol, el consumismo, las mentiras... las adicciones a lo que sea no son más que parches.  Un ser ansioso de ser amado, por no hablar del dolor de saberse no querido por sus propios padres para los que no es más que un auténtico lastre jamás llenará con "cosas" ese hueco.

En la prevención está la clave.







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