Les enseñan que no valen nada, que los fuertes abusan de los débiles, que pegar es aceptable, que deben soportar humillaciones, gritos e insultos de sus padres, quienes deberían cuidarles.
Les obligan a obedecer, incluso si provoca daño. Total, sus emociones son tonteras y no importan.
Luego se asustan cuando los hijos no los escuchan o no tienen confianza para contarles lo que les pasa.
Pues sepan que las emociones, las tonteras esas de las emociones, son fundamentales para la salud mental de las personas y que sin salud mental no hay salud integral, ni bienestar, ni nada.
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