Las relaciones tóxicas se producen en todas las esferas de la vida y sus dinámicas de funcionamiento son muy similares siempre.
Hay personas que no saben cómo reaccionar cuando perciben algún tipo de abuso. Se sienten paralizadas cuando familia, amigos, compañeros o cercanos les piden algo que no desean hacer, no saben decir no.
Son personas que no se sienten respetadas y no saben cómo hacer que las respeten.
Lo primero es reconocer que esas relaciones hacen daño. No hay que dudar ni un momento en dejar claro cuáles son los límites que nosotros ponemos y hay que ponérselos a quien sea. Hay que aprender a decir NO y no sentirse culpable por ello.
Nos han educado desde pequeñitos a aguantar impertinencias, abusos de confianza y opiniones ofensivas con buena cara. La idea es evitar conflictos, pero tolerar no es la solución cuando nos quieren manipular, chantajear, acosar, minusvalorar o abusar. En todas las relaciones personales hay momentos de conflicto, pero existen personas que van más allá de un conflicto puntual. Son personas que quitan energía, tiempo, alegría y hacen sentir mal: son los "chupasangre" emocionales.
Para ser emocionalmente libre y tener una vida feliz y equilibrada hay que abrir los ojos ante la realidad: algunas relaciones son tóxicas, así de simple y claro.
No hay que sonreír y hacerse el tonto cuando nos ofenden. Hay personas que les sale más fácil decir SÍ cuando lo que quieren es decir No, porque prefieren sentirse integrados a algo, aunque no sea de su agrado. Son los típicos "Nunca quedas mal con nadie", los políticamente correctos. Pero no, eso no se puede tolerar cuando nos sentimos pasados a llevar. Sonreír no es la solución. Si hay algo que molesta u ofende hay que decirlo.
Tenemos derecho a enojarnos y mucho.
Debemos defendernos. Tenemos todo el derecho a poner límites. Incluso podemos irnos y tener una vida alejada de los patrones de las relaciones tóxicas y dañinas.
Yo me he encontrado en la vida con gente tóxica, Yo me he topado con "amigas" chupasangre. De ésas que te hablan con palabras lindas, te enredan con su falso abrazo. Las aduladoras que pueden llegar a hablar mal de otras amigas para que te alejes de ellas, para poder tenerte para sí mismas. Primero te admiran, quieren saber todo de ti, sacarte todo lo que te envidian. Luego empiezan las comparaciones y de un día para otro deciden odiarte y se convierten en tus enemigas. Hasta las redes sociales se convierten en buen escenario para ser tus "troll" o "haters".
Es nuestra obligación parar esas relaciones dañinas que no aportan. Puede costar años aprender a hacerlo pero cuando aprendemos a respetarnos no supone problema. Quizás seguiremos encontrándonos con quienes, por mucho que hayamos dado antes, no acepten que no estemos dispuestos a dar algo que quieren de nosotros y se enfaden. Pero la primera responsabilidad que tenemos es con nosotros mismos y nuestros límites, deseos, compromisos reales. No es nuestro trabajo cumplir las expectativas irreales de otros, aunque se sientan defraudados. No somos responsables de la vida, rabia e inseguridades de nadie.
Se puede aprender a decir no sin miedo a que dejen de aceptarnos por ello. Se trata de respeto y de confianza. Una confianza que nos hará enseñar a nuestros hijos a ser respetados, y a hacerse respetar.