jueves, 23 de abril de 2015

Vivamos nuestra maternidad sin culpas

A menudo leo a madres preocupadas por la crianza de sus hijos. Hay unas que piden consejos y agradecen la información, incluso algunas admiten que a veces sienten remordimientos o culpa (maldita palabra) porque son conscientes que cometieron errores. 
Y otras, que también sienten culpa (aunque les cuesta aceptarlo), pero al contrario de las anteriores, se sienten criticadas, acusadas, juzgadas. Lamentablemente estas mujeres se sienten atacadas (o culpables, que es lo mismo) cuando se habla de lactancia, cesáreas innecesarias, colecho (dormir cercano con los hijos), optar por quedarse en casa y no volver a trabajar, por los golpes, los gritos, castigos, o la ley del hielo que han utilizado para educar a sus hijos (como hicieron sus padres con ellas).


Considero valientes a las mujeres que piden ayuda porque sé lo difícil que es mirar de frente a la sombra para cambiar los patrones tan arraigados que ellas mismas sufrieron siendo niñas. 
A las que se sienten atacadas también las considero valientes, porque incluso sin saberlo, a nivel inconsciente, algo profundo, muy profundo, se remueve en su interior. De ahí la culpa. De la imposibilidad de construir sanamente el vínculo entre madre-hijo. Se vuelve terriblemente insoportable la incomodidad entre lo que dice la sociedad y lo que ellas sienten.
Muchas de estas madres siguen páginas de Crianzas con apego, respetuosas, amorosas, conscientes, etc. Yo me alegro que existan espacios para dialogar, donde las madres puedan  reflexionar y contar con apoyo de tribu, aunque sea de manera virtual. Lo que no me gusta y me da mucha rabia es ver que estas páginas administradas (se supone) por Psicólogos o profesionales pertenecientes al área de la salud disfrazar la información que entregan para vender charlas. Las están volviendo una falsa necesidad, al parecer es un muy buen negocio encontrar madres desesperadas. 

Pero lo que más me enrabia de estas páginas es que reducen la crianza respetuosa y consciente a colechar, a los partos naturales, portear (usar portabebés, fulares, etc) y dar pecho. Reducirlo de esa manera es no entender nada. Las dinámicas humanas son muchísimo más complejas. Es mucho más complejo que eso…Lamentablemente las mujeres que no hicieron nada de eso se sienten acusadas y juzgadas. Es ahí cuando saltan las "buenas" y las "malas madres" (término que me carga). 

No se puede negar la importancia que tiene dormir cerca de los hijos, la crianza en brazos, los partos vaginales sobre las cesáreas y la lactancia prolongada para la salud de la madre y los hijos. Negarlo sería mentir. Es por eso que yo comparto bastante sobre estos temas, porque es prevención y promoción de la salud. Comparto todo lo que invite a pensar en la salud. Estoy segura que con información se pueden lograr cambios.

Parir, amamantar y estar cerca de los hijos existe desde que la humanidad es humanidad. Ya lo he escrito antes. Todas son conductas humanas de apego, fomentan el apego, pero NO garantizan un apego seguro y tampoco tienen la fuerza para convertir a una mujer en “mala” o “buena” madre. Hay mujeres que han parido vertical, colechado y amamantado más de 3 años y no han logrado un apego seguro con sus hijos. 

Leo discusiones cáusticas en las redes sociales sobre estos temas. Claramente las respuestas de estas mujeres involucran la experiencia personal, perdiendo el foco de la información. Los comentarios son como conversaciones con sus propios mundos internos. Autojustifican su forma de actuar, algo que no es necesario. Cada una tiene sus motivos. ¡Todas somos mujeres y mujeres grandes! Cada una es responsable de las elecciones tomadas. 
Toda mujer es libre de hacer lo que desee con su vida, ojalá con información cuando se trata de los hijos, para que las decisiones que tomen las dejen tranquilas.

Las que tengan penas, culpas, dudas, angustias deben buscar compañía, momentos para ver por qué les pasa lo que les pasa cuando se habla de estos temas. Preguntarse ¿Por qué tanto ardor? 

Criar con respeto y amor es maravilloso, se puede hacer pero no siempre es fácil.
Hay que encontrarse, aceptarse, amarse, creer en los cuerpos e instintos. Reconocer los errores y trancas. Y desde esa libertad amar a los hijos sin los límites que nos entrega la sociedad mezquina hacia la infancia, y generosa hacia el mundo productivo. 

Hay que ser respetuosos con los hijos aunque a veces no se logre ser la madre (o el padre) que se desea, sin juzgarse ni culpabilizarse. Todos tenemos momentos que nos superan. No hay que sentirse mal. Todos somos humanos.




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