sábado, 29 de diciembre de 2018

Una de cada cuatro niñas sufrirá abuso sexual en la infancia


Según los datos oficiales una de cada cuatro niñas sufrirá abuso sexual en la infancia. Y ojo, en la inmensa mayoría de los casos vendrán esos abusos por familiares o amigos. Es aterrador, lo sé, pero es importante saberlo. Por ejemplo, la alegría con la que algunos padres dejan a sus hijos pequeños a dormir en casa de amigos puede ser una imprudencia si no se toman las medidas adecuadas; la primera, saber qué padres son. Obviamente los pederastas no llevan un cartel en la cara por lo que lo más necesario es hablar con nuestros hijos sobre su privacidad y sexualidad. Que sus partes íntimas nadie puede tocarlas.
Desde muy pequeños podemos enseñarles a conocer sus límites físicos y emocionales y que sientan que tienen derecho a defenderlos y decir que no. Motivo suficiente para no obligar a los niños a dar besos a los adultos si no quieren. ¿Cómo se le explica a un niño qué es el consentimiento si lo fuerzan a saludar de besos en estas fechas, por ejemplo?
Una norma que llevo a rajatabla con mis hijas y que usé con mi hijo mayor durante su infancia, es que ellas no duermen en casa de nadie. Porque al pederasta no se le reconoce por la cara, ni por sus miradas ni por sus actos cotidianos. Obviamente no todos los hombres lo son (menos mal, aunque las mujeres también pueden abusar de los niños pero es una incidencia bajísima) pero como no se puede detectar a simple vista quiénes son, como madre tomo mis precauciones. ¿Que quizás soy una exagerada? Puede ser, pero no me perdonaría en la vida que una de mis hijas fuese abusada por alguien a quien yo le he facilitado de alguna manera dicho abuso por desconocimiento. Las protejo de esa manera, al menos mientras sean pequeñas. Además ya les estoy enseñando defensa personal. Nunca estará de más.
Como cada vez es más frecuente ver noticias sobre abusos infantiles por parte de adultos, y más en niñas que en niños, lo digo siempre, nunca dejen a sus hijos con adultos solos, a menos que los conozcan muy bien y confíen en ellos plenamente. Los pederastas casi siempre están en el entorno cercano, pueden ser abuelos, padrastros, tíos, vecinos, amigos de la familia, profesores, curas o entrenadores, y sólo a veces, desconocidos. Podría ser cualquier adulto que por alguna circunstancia se las arregla para quedar a solas (a veces incluso sin quererlo, con nuestro consentimiento).
Los hay en todas las profesiones y cargos. Se camuflan acusando a los niños de mentir y a sus madres de inventarlo. "Será nuestro secreto", "Si lo cuentas serás tratada como una mujerzuela", "Fue tu culpa, tú te lo buscaste" o "Si dices algo, le haré algo malo a tu mamá" son las maneras en que silencian a sus víctimas.
Son cientos de miles, no son cuatro pelagatos. Y la mayoría de las veces no se sabe quiénes son hasta que es tarde.
Ojalá no fuera cierto, pero a lo largo de años de desempeño en mi profesión han llegado a mí innumerables historias de víctimas de abuso sexual infantil. Adultos, mujeres y hombres, quienes de niños fueron abusados por algún familiar o persona conocida. Madres que me han contactado desesperadas porque descubren señales de que sus pequeños han sido abusados por alguien cercano. Lamentablemente el abuso sexual infantil es mucho más frecuente de lo que creemos, y no discrimina clases sociales ni religiones.
Y se esconde muy bien tras el silencio, la culpa, los secretos, las mentiras, la negación, la vergüenza y la enferma lealtad familiar.






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