Ella es Abril, tiene cinco años y es lo más espontánea que hay. Tremenda en todo sentido. Mandona. Intensa. Cuando se ríe lo hace a mandíbula batiente. Si algo no le parece correcto lo dice y no se calla nada. En todas partes es igual, sin filtro, en la casa, en el colegio, en la calle. Hace un rato veníamos camino a la casa cuando escuchamos a un niño gritar, estaba varios metros más adelante que nosotros con un grupo de adultos.
Los adultos, "muy simpáticos" ellos, esos típicos que creen que molestando y burlándose de los niños son tíos más "cool", tiraban al niño (de unos 5 años, como mi hija Abril) de brazos en brazos por los aires mientras el niño pedía a gritos casi llorando que lo dejaran en el suelo.
Abril apuró el paso, nosotros, mi marido e hijos, vimos desde atrás cómo se paró al lado del grupo de adultos (unos ocho o nueve, entre mujeres y hombres) y les preguntó que por qué hacían eso, que cómo no se daban cuenta que al niño no le gustaba. El hombre que tenía al pequeño en brazos al parecer no escuchó a Abril y le dijo al niño: "¡Eh, mira, una niña. Tú eres un niño y estás lloriqueando. La niña se reirá de ti!”.
Abril muy segura le respondió enseguida :" ¡NOOO! no me reiré." Y agregó: "Adultos, no sean malos con los niños. A los niños hay que cuidarlos y tratarlos bien".
Se les quedó una cara de sorpresa e incredulidad a todos los presente, imagino que no esperaban que una niña de sólo 5 años tuviera más criterio que ellos.
Nosotros no opinamos nada, sólo miramos y sonreímos.
La conocemos muy bien y sabemos que siempre salta al ver situaciones de este tipo, es la que interviene y pone la cara cuando cree que alguien lo está pasando mal. Lo hace en el parque, en el colegio, de hecho más de alguna vez ha hablado con los profesores cuando ha sentido que han sido injustos con algún compañero. “Todos nos equivocamos, incluso los adultos”, así se los dice.
Ella siempre habla con la verdad, es directa, sin miedo y nunca miente.
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