Avery Jackson, un niño de 9 años se presentaba como una “niña trans” en la portada de National Geographic.
A esa edad recibió un tratamiento con bloqueadores de pubertad.
Ahora, a los 17 años, se identifica como "no binario" y no como mujer trans. También se identifica como asexual, lo que significa que no experimenta atracción sexual.
Los llamados bloqueadores de la pubertad, que se utilizan para castrar químicamente a los delincuentes sexuales, también castran químicamente a los pre púberes que los toman: nunca podrán sentir deseos sexual o tener orgasmos.
Para los delincuentes sexuales adultos, el proceso es casi siempre reversible. Pero para los menores no lo es.
Avery nunca sentirá atracción sexual, ni ninguna de las experiencias que la acompañan. Es completamente estéril; nunca tendrá hijos. Los bloqueadores que se le administraron también han atrofiado su crecimiento. Su estatura será más pequeña de la que habría alcanzado de no haber tomado bloqueadores.
Avery es no binario en el sentido estricto. Su pene se ha atrofiado y se ha quedado como el de un menor de edad. No tendrá nunca los caracteres sexuales secundarios que definen a un hombre adulto. Pero tampoco es una mujer.
Si quisiera hacer una vaginoplastia y crearse una vagina artificial sería muy difícil porque su pene no tiene el tamaño necesario para realizar la inversión peneana que crea una neovagina. Si realmente quería convertirse en una mujer trans, con una neovagina, hubiera sido mejor haberle permitido atravesar la pubertad. Pero ¿Qué iba a saber Avery a los 9 años?
Avery necesitará terapia de reemplazo hormonal el resto de su vida. Se ha convertido en un paciente fármaco-dependiente crónico.
Avery después de convertirse en un ícono del movimiento trans y de las llamadas «terapias de afirmación”, ha desaparecido del activismo.
También está Cloe Aicart, la niña trans de Castellón, que contaba sobre las inyecciones que le administraban. En sus vídeos Cloe decía que las inyecciones le dolían mucho y su madre lo cambiaba por "un poquito" y cosas del estilo. Este caso huele mucho a Síndrome de Munchausen por poderes, ya que la madre fue la protagonista desde el primer día. Los vídeos hoy no existen, los borraron. Cloe tenía entonces 10 años.
Lo preocupante es que con toda la información que existe en la actualidad. Habiendo países desarrollados que ya pasaron por esto y que están advirtiendo sobre el hecho de que los tratamientos hormonales y quirúrgicos conllevan riesgos para la salud y tienen efectos permanentes. Con las historias contadas en primera persona por quienes se han arrepentido y han detransicionado.
Existiendo el informe Cass, dirigido por la doctora Hilary Cass -ex presidenta del Royal College of Paediatrics and Child Health- por encargo del gobierno británico, ha señalado claramente que no hay estudios suficientes que avalen el uso de bloqueadores de la pubertad como tratamiento para la disforia.
Debido a este informe se cerró la clínica Tavistock, la más importante de identidad de género del Reino Unido dedicada exclusivamente a niños y jóvenes y que hoy acumula miles de denuncias.
Un nuevo estudio finlandés sobre detransiciones dice: el diagnóstico de disforia de género esconde traumas infantiles, el abuso sexual o la violación, los trastornos alimentarios, el trastorno límite de la personalidad y los síntomas psicóticos. El informe Cass es claro al señalar que el camino para el abordaje de la disforia de género en menores debe ser: prudencia, apoyo psicológico, evaluación exhaustiva, integral e interdisciplinar y más investigación.
Es obsceno que existiendo tanta información científica y contrastada, como el informe Cass, que es válido para cualquier país del mundo, haya gente celebrando que castren quimicamente a menores, pero bueno, cada uno con su escala de valores.
Y los médicos, terapeutas, psicólogos, todos quienes hacen la vista gorda. Espero que llegue el día en que paguen por su prepotencia y falta de ética.