Hace algunas semanas estando en Madrid hice lo que hago a diario con mis hijas, pero con tres niñas. Mi sobrina Joaquina y mis hijas eran como trillizas. Se bañaban juntas, comían juntas, iban al parque juntas, todo juntas.
Una tarde de mucho calor hubo un momento de colapso: llantos, cansancio y con mis "Sana, sana" y besos mágicos calmé la situación.
La polola de mi hijo que pasaba por ahí me dijo:"Eres "la leche" (algo así como seca, ella es española). Increíble lo fácil que lo solucionaste". Le sonreí. Ella continuó : "De verdad te admiro, pero por tooodo. Ignacio me ha contado todo sobre ti. Que lo tuviste muy joven y que te separaste muy joven también y que luego te fuiste a vivir a otra ciudad sola con él. Que trabajaste y estudiaste.Todo eso lo encuentro de súper mujer, hay que ser muy fuerte. Pero lo que más admiro y agradezco es que hayas criado a tu hijo tal como es. No he conocido persona más buena, respetuosa e íntegra. Eres bacán en buen chileno".
Agradecí el comentario porque me gustó mucho, pero siendo bien sincera, no encuentro que sea ninguna hazaña, simplemente porque las mujeres siempre han trabajado fuera y/o dentro de la casa y criado. Muchas hemos criado solas, y luego de un tiempo algunas hemos vuelto a tener pareja, y nuestros hijos un verdadero padre. Un papá presente en cuerpo y alma.
Yo tuve mi primer trabajo siendo adolescente y he criado 3 hijos conciliando trabajo y maternidad. Tener a mis hijos pegados a mí es algo natural. De hecho, más de alguna vez mientras estudiaba di exámenes con mi hijo al lado o trabajé estando embarazada. Aunque siempre he priorizado estar con mis hijos y es por eso que decidí no trabajar durante sus primeros años, pero no crean que es tan fácil, son decisiones súper personales. En mi caso, cuando decidí ser madre sabía que quería ser yo quien criara a mis hijos. pero hacerlo requirió un largo caminito. A mi marido y a mí nadie nos ha regalado nada.
Pero, ¿a qué voy con todo ésto?
A que creo que es verdad, creo que soy bacán. Y creo que todas somos bacanes de una manera u otra con nuestros hijos. Bacanes porque más que ser una madre perfecta, lo que importa es ser una madre que se detiene y reflexiona y pide ayuda si la necesita.
Me sentí muy bien porque aunque para nosotras pueda ser algo cotidiano, parte de lo que hay que hacer, lo normal. Debemos valorar la maternidad porque es algo realmente serio. No hay nada más importante que criar seres humanos.
Pero lejos mi mayor alegría es darme cuenta que sus palabras, la manera en la que me conoce y ve es a través de los ojos y corazón de mi hijo. Lo que siente/piensa mi hijo de 22 años es lo que realmente me llena de felicidad, saber que lo hice bien para ÉL.
Que mi hijo adulto decida llamarme a mí para lo bueno y lo malo antes que a cualquiera, hace que me sienta satisfecha de cómo lo crié.
Esa cotidianeidad que construí día a día para él y para mí es la que crea el mundo en el cual vive hoy. El amor incondicional que le entregué, la paciencia que ejercité, los abrazos y besos que a diario le regalé, los masajes cuando tuvo cólicos y los más de 3 años amamantándolo hacen de su mundo un lugar mejor. Nos ha dicho a su padre y a mí en muchas ocasiones que su infancia fue un tiempo maravilloso. Y es algo que sé lo acompañará por siempre definiendo su relación con el mundo, la confianza en sí mismo y en los demás. En su capacidad de dar y recibir amor.
Me dieron ganas de escribir sobre el tema porque a pesar de tener muy pocos amigos en las redes sociales (algo más de 100 en Facebook y unos 20 en Instagram), tengo una "Hater", "Troll" o como se llame a la gente odiosa del mundo virtual.
Antes quiero aclarar que hacerme un Blog fue con la idea de recopilar algunas reflexiones que de vez en cuando escribía sobre apego, crianza, maternidad o mi vida y que quedaban olvidados en mi facebook. No tiene más fin que recopilar lo que escribo sólo para MÍ, y si a alguien le sirve, qué bueno, me alegro. Con mi Instagram pasa lo mismo, lo tengo para recopilar mis fotos, por algo es privado.
No me creo escritora, gurú, nada. De hecho, ni siquiera tengo muchos seguidores en mi Blog porque no lo promociono. Aparte que hoy en día todos son Blogger o Youtuber, si hasta mi sobrina de 8 años tiene un canal en Youtube y cuenta en Instagram. Y fíjense que es bien interesante lo que hace. Dibuja tan lindo.
Sigo aclarando que en mi Blog y muro de Facebook soy la mujer real, no una mujer disociada de la psicóloga, de la mamá o de la ciudadana con opinión. Soy yo la mujer y como las mujeres somos cíclicas, hay días que ando más sensible que otros y que ciertas noticias me llegan más que otras y hay días en que ando más indiferente y otros en que me vuelve loca de indignación el maltrato a los niños y hasta echo puteadas, y hay otros días en que posteo canciones, poesía, y en especial a mis hijos porque derrito de amor por ellos. Así soy yo, igualita a todas, a veces más obstinada que otros días, a veces más intensa, otros más tierna, más perna, más loca y más intelectual, así soy.
Obviamente no les puedo agradar a todos, pero insultarme y agredirme de esa manera sólo habla de la podredumbre humana y de la pobreza de sentimientos y empatía.
¿Qué sentido tiene escupir llamaradas de odio? Supongo que tendrá que ver con frustraciones e inseguridades muy profundas. Las redes sociales se volvieron el paraíso para todos los Psycos que buscan todo tipo de gente, compañeros con los que nunca hablaron en el colegio, ex pololos, amores pasados, pero ¡por favor! es enfermo psicopatear a ex nueras.
Es una mujer que durante años me ha seguido de manera obsesiva. Pasa del amor al odio, un día me escribía puras cosas maravillosas y al siguiente me reclamaba o inventaba mentiras. La dejaba ladrar porque me daba penita. Escribía comentarios desubicados en mi muro o se agarraba de las mechas con sus familiares, se insultaba y puteaba con sus sobrinas (una pena porque ellas son un amor de personas. Fueron muy cariñosas, al igual que su madre, conmigo y mi hijo). Yo como le tenía algo de paciencia, le pedía que dejara de usar mi muro para sus peleas de conventillo y luego borraba todo. Hasta que un día me harté, la bloqueé y chao. Pero hace poco me encontró en Instagram y me insultó como quiso, escribió cada lesera.
En qué momento la red social se convirtió en un Coliseo Romano donde todos son jueces y verdugos.
Estoy harta de leer agresiones. Si no te gusta lo que pienso y escribo no me dirijas la palabra, que es lo que hago yo. A pastar. Que la entrada y salida de las redes sociales es gratis.
Estoy de acuerdo en que se puede manifestar lo que uno piensa, pero no es cosa de largarse a tirar mierda y que no pase nada. Ahora mi hijo ya es adulto y no tengo nada que hacer en el medio de esa relación. Mucho hice al mantener el vínculo entre ellos durante todos estos años.
No tengo por qué aguantar agresiones de nadie, entrego confianza, pero existe un limite a esa confianza. Las agresiones, sencillamente no. He vivido en carne propia y he estudiado sobre violencia. Y he aprendido mucho.
Me pidió que dejara de subir fotos con mi hijo y de escribir sobre mi vida porque en más de alguna ocasión ha salido de refilón su hijo. Claro, ella mejor que nadie sabe que el pastel de su hijo nunca saldrá bien parado. Las personas que me conocen saben que lo que escribo siempre, siempre, siempre tiene relación con mi vida y lo hago desde la verdad, jamás he escrito algo que no haya vivido y que no me motive, y lo que me motiva son los temas relacionados con los niños, las mujeres, los abusos, los maltratos, las violencias. Espero que aprendamos y entendamos que la clave está en bien tratarnos para cambiar como sociedad, que como muchos niños fui una niña mirando a través de lágrimas, día tras día, y que soñaba con ser adulta para poder escapar de la niñez y de la adolescencia en riesgo.
Al escribir esto sé que hay muchos sufriendo en manos de personas queridas y respetadas, que no los respetan, que les pasan por encima y pisotean. Como esta mujer lo quiere hacer nuevamente conmigo, tal como lo hizo hace ya muchos años. Fueron años difíciles, ella jura que con un techo y un plato de comida bastaba.
Retomando, esta mujer no sólo me pide que no escriba de mi vida, sino que cuestiona mi labor de madre por alejar a mi hijo de su lado (no habla de alejarlo del eterno adolescente ya que él siempre ha vivido en su mundo de Bilz y Pap, y claro, como nunca ha cachado nada, mejor no molestarlo y que siga pegado en los 90).
Me insulta por haber tenido dos parejas (uno de ellos mi actual marido). ¡¡Qué atrooooó por Dios!! Una mujer joven y más encima madre soltera teniendo nuevas relaciones. ¡No, pecado mortal!. ¡Infierno para la pecadora!. Menos mal que siempre me preocupé que mi hijo supiera y tuviera claro quiénes eran mis amigos, compañeros de universidad y parejas. Otro motivo más para agradecer que mi hijo no creciera en ese ambiente machista y retrógrado. La mujer es puta por rehacer su vida, mientras el zorrón del hijo (motivo principal de la separación) se puede acostar con cuánta mujer se le antoje. ¡Oh, No! verdad que eso es de machos. De bien machos.
Pero bueno, allá ella con sus trancas mentales, pero venir a decirme que deje de escribir sobre mi vida es absolutamente psicopático.
Me cuesta entender ese egoísmo, ese cariño malo. Cómo no agradecer y alegrarse por ese niño al que dice amar porque por fin tuvo un padre al que adora y en el que confía porque lo que le dice se hace, no como ese hombre ausente que lo abandonó, que jamás apareció. Progenitor que le fallaba una y otra vez. Porque aclaremos que padre no es cualquiera, transformarse en progenitor es fácil, es cosa de un día, pero ser papá es una responsabilidad de todos los días. La crianza es en pareja, si el clan quiere ayudar bienvenido sea, pero los abuelos, bisabuelos o tías, no pueden suplir la ausencia y negligencia de un progenitor que no asume su nuevo rol de padre y se queda pegado en la época de los carretes, Pool y salidas con los amigotes mientras la mujer cría sola.
Yo no tuve un padre que cumpliera su rol, pero elegí uno maravilloso, generoso, comprensivo, cariñoso, amoroso, lleno de paciencia 100% PAPÁ para mis hijos. Un padre presente.
No permitiré acosos, no tengo tiempo para leseras, menos de dos personas que ya me hicieron bastante daño, no contaré detalles, pero fue muy feo, muy doloroso. Y como sé que es una tremenda responsabilidad elegir a las personas con quienes nos vinculamos y el modo en que establecemos dichos vínculos quiero tener a mi hijo lo más alejado de personas tóxicas. He visto muy de cerca las secuelas destructivas en esa familia y no quiero eso para mi hijo. De hecho, hace muchos años, cuando Ignacio todavía no cumplía los 4 años, decidí alejarlo para siempre de esa familia disfuncional, de sus discusiones, de su bipolaridad, de sus desequilibrios psicológicos. De padres que no conocen a sus hijos porque nunca los han mirado de verdad, de madres alcahuetas que no enseñan a sus hijos valores ni a decir la verdad de chiquititos. Bueno, sin contar que su manera de educar y resolver los problemas dejaba mucho que desear, en una ocasión mi hijo me contó muy shockeado que "abuelita corazón" le dio una ducha fría para que dejara de llorar. Sin olvidar que "papito corazón" no sólo era un padre ausente, sino que nunca le compró ni un kojak o dio un peso para cubrir necesidades o educación (antes, durante ni ahora).
Parece que en realidad había que echarle un vistazo al árbol genealógico de una persona antes de emparejarse con ella.
No me arrepiento de haberme alejado de esa familia, fue una decisión tomada con responsabilidad que requirió buenas dosis de consciencia, madurez y transparencia porque no quería equivocarme, tuve que decidir por el bien mayor de mi hijo y viendo lo que ha ocurrido con toda esa familia estoy segura de haber hecho lo correcto. Porque no es posible entender la historia de cada persona si no atendemos a la historia de la familia, de la crianza de quienes la protagonizaron. Dónde nacemos y cómo somos criados importa demasiado. Sin amor y ternura en la infancia, sin una familia que contenga, proteja y quiera se hace difícil ser un adulto mentalmente sano. Nuestra vida no es producto de la casualidad y casi todo tiene un por qué en lo que nos sucede relacionado con nuestra infancia.
Siempre es más eficiente prevenir que reparar los daños.
Aquí van unas lindas fotos con mi hijo.