sábado, 12 de abril de 2014

¿ Hijos difíciles o padres difíciles?


Hijos desobedientes, desordenados y sin "control" ...  Hijos difíciles les llaman. 

¿Será tan así el asunto? ¿No será que algunos parámetros con los que se miden esos hijos rondan lo obsesivo? ¿Serán hijos difíciles o padres difíciles? 
He conocido niños amorosos, tiernos, juguetones, a lo más, un poco traviesos, o sea, niños SANOS y normales. Pero sus madres insisten en que son unos tiranos incontrolables.

Cada familia tiene su propia jerarquía de valores. Por ejemplo, hay  familias donde se le da mucha importancia al orden, a la pulcritud (higiene, limpieza). Todo debe estar en su lugar, demarcado, todo gira en torno al orden y a los horarios, pero nunca se habla, por ejemplo, de respeto o justicia. De hecho, la Ecología podría estar sobre la lealtad. 

En algunas familias no permiten los garabatos (palabrotas, groserías), es que son muy religiosos. Es así como los fines de semana en la mañana van a misa  y por la tarde disfrutan de la lucha libre. El padre goza (no exagero, lo he visto en fotos) cuando su  hijo de 4 años enfundado en un traje de mini luchador aprende las técnicas más violentas y dolorosas para ganarle a un futuro contrincante. 

En otras sorprende ver que la comida se convierte en "un tema". Se les exige comer todo y de todo, pero casi siempre SOLOS, les ponen el plato en la mesa y "a tragar". He escuchado a madres quejarse de su tortura diaria porque el "pequeño tirano" se niega a comer todo lo que le sirven, y eso que los dejan la tarde entera si es necesario para que aprendan.

Pero en fin, cada familia le da importancia a lo que estime conveniente.

Yo sólo me pregunto: ¿Tan difícil es ponernos en la piel del otro? ¡¡¡son nuestros hijos!!! 
Comer en compañía  es mucho más grato y hasta es mejor el sabor de la comida. 
A algunos niños los castigan no dándoles postre por cantar o no quedarse quietos en la mesa.
Premiar o castigar con comida es la base de muchos desórdenes alimenticios, ¡OJO! con eso.

Recuerdo a una pequeña niña contarme que ella era realmente feliz los días sábados. Esperaba toda la semana el gran día "especial" (sus padres lo llamaban así ). Único día de la semana que comía junto a sus padres ... Conversaban, se reían, podía comer lo que quisiera, incluso repetir postre. Me dijo : "Nunca, nunca, nunca como con mis papás; es que ellos tienen trabajos muy importantes". 

Sus comidas durante la semana eran tristes, odiaba sentarse sola frente a su plato, servido por la empleada obviamente. Era poco o nada lo que comía ... Así fue que como sus padres buscaron ayuda para sus "malos hábitos", era una niña muy tímida y "mañosa para comer" ... Claro, la del problema era ella. El mundo adultocéntrico en el que vivimos no podía encontrar otra respuesta.



Comer junto a una buena compañía es un placer, es nutritivo para el físico y para el alma. Hasta los animales lo saben